viernes, 12 de junio de 2009

El Rubio

Salgo. Un bar cualquiera.
Hay gente de todo tipo. Desde un par con chaleco encima de la camisa que no sé si me recuerdan más a mi abuelo o al Dúo Dinámico hasta unos cuantos negros que bailan hip-hop.

Estoy de risas con mis amigas. Varios grupos se van presentando.
Todo el mundo me echa menos años de los que tengo. Eso está bien.
Ninguno me llama la atención. Empiezo a pensar que mi listón está demasiado alto o que la gente que sale es demasiado fea.

Llevamos 3 horas y 4-5 copas en el mismo bar. Y de repente, del fondo del bar, aparece un tío im-pre-sio-nan-te. Rubio, ojos claros, el cuerpo que se adivina debajo de la ropa es para quitar el hipo.
Me repongo del shock y veo que encima me está mirando. La suerte que yo tengo en la vida es para alucinar.

Se cruza entre nosotros un grupo de armarios empotrados de ésos que no es que estén cachas sino que es que parece que se inflan los músculos con el hinchador de colchonetas de la playa. Pierdo de vista al rubio.

En uno de los innumerables viajes al servicio (el alcohol tiene que encontrar su vía de escape), me topo con él otra vez. Ni corta ni perezosa y con el desparpajo que me caracteriza, me acerco. Entablo una típica conversación tonta de bar y descubro que el mote por el que le conocen sus amigos es Rubio, en un ataque de originalidad sin precedentes. Y que aún es un yogurín. Jajajaja. Sinceramente, en ese momento no me importa. Estoy perdida en sus ojos verdes.


En una conversación de la que no recuerdo los detalles exactos, me da su teléfono. Que es algo así como 69x69xx69. Tanto 69 tiene que ser una señal del destino. Seguro.

Lo que no me queda muy claro es para qué quiero su teléfono. Lo que quiero es ese cuerpo, esos ojos, esa mirada y lo quiero ahora, no mañana ni pasado sino ahora.

Cierran el bar, nos echan y ya en la calle, callejeamos camino de nuestro destino.
Una vez que he cogido un poco de confianza, no reprimo mis ganas de tocar su pecho y lo que descubro es una durísima musculatura sin un gramo de grasa y no hago más que pensar en cómo de duro estará el resto.

Como si me hubiera invadido un extraño virus, como si volviera a tener muchos menos años, como si no pudiera esperar a acabar el corto trayecto que nos separa del destino final, nuestras lenguas se enredan, mis manos se pierden bajo su camisa, mi excitación no conoce límites. Y acabamos en una calle poco concurrida, sobre el capó de un coche, follando como si el mundo estuviera a punto de acabarse. Pierdo la noción de dónde estamos y de quién podría pasar y recostada sobre el coche, con el vestido subido por la cintura, nos entregamos al sexo sin amor, al desahogo de un orgasmo intenso, a los gemidos amortiguados por el ruido del tráfico de las calles cercanas. Nos dejamos llevar, me siento de nuevo como si volviera a tener 18, cuando cada callejón era una oportunidad de dar rienda suelta al deseo. Su cuerpo duro, su polla más dura aún, las embestidas de la pasión. Acabamos pero no estamos saciados así que mi boca vuelve a buscarle, él hace honor a su edad endureciéndose de nuevo en cuestión de segundos y su leche acaba derramada dejando una huella húmeda en la acera de una calle por la que nunca más volveré a pasar sin acordarme del Rubio.

Más tarde, seguimos en otro sitio más privado, más tranquilo, menos exhibicionista.
Pero cuando me voy a casa, no puedo dejar de pensar en el callejón, en la sensación de hacr algo prohibido, en el morbo de que te pillen, en la locura que no me dejaba pensar con sensatez y sí, definitivamente, hoy me vuelvo a casa sintiendo que me he quitado años de encima, que he rejuvenecido.


5 comentarios:

  1. Sí, es mucho mejor que un lifting, más barato y menos doloroso.

    ¿Y dice que su número era?

    Besos

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  2. Ninguno me llama la atención. Empiezo a pensar que mi listón está demasiado alto o que la gente que sale es demasiado fea.

    Llevamos 3 horas y 4-5 copas en el mismo bar. Y de repente, del fondo del bar, aparece un tío im-pre-sio-nan-te.


    Vaya! parece que estos dos párrafos seguidos confirman que no hay persona fea si no copas de menos, concretamente 4-5 de menos!!
    :-p

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  3. Nadia...
    el teléfono de éste lo guardo yo, tú ya tienes bastante con tu vecino.

    CNLS...
    la teoría que tú dices, es verdad en la mayoría de los casos. En éste en concreto, era un tio impresionante con 1 copa, 2, 10 o ninguna. Pero claro, si se esconde al fondo del bar, cómo voy a verle?

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  4. Me encanta, hay que dejarse llevar...
    Hay rubios que quitan el hipo...

    Un beso grande guapa

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  5. Me encanta que te dejes llevar y no pierdas el tiempo.

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