lunes, 12 de enero de 2009

Puro deseo

Suena el teléfono. Al otro lado, la voz.

"Qué tal, niña? Oye vamos a cenar todos. Te apuntas?

Intentas mantenerte frío pero sé lo que piensas. Te contesto.

"Bueno, a qué hora? Voy, me apetece verte antes de que te vayas otra vez."

Sé que cuando te contesto eso, te alegras de que lo diga.

"A las 10 en el restaurante niña".

Colgamos y pienso que nadie me llama niña con esa dulzura que lo dices tú.


Pasan los años. Parece que fue ayer pero hace una eternidad que nos conocemos. Probablemente la historia que hemos vivido ha sido más intensa que la de muchas parejas que pasan la vida juntas.
Nos vemos esporádicamente. Cuando la distancia nos lo permite. Soy yo la que pongo trabas de vez en cuando. Porque me duele que me mires así. Que me eches en cara que no pude hacerte feliz. Que me reproches echarme de menos cuando yo sólo te recuerdo con cariño. Me haces sentir culpable de algo que no está en mi mano controlar. Algo que sucedió porque tú no le pusiste freno, porque no quisiste evitarlo y cuando quisiste, ya no pudiste.

Pero hoy hemos quedado. Y me apetece verte. Llegas con esa sonrisa, ese pelo precioso, tu cuerpo fibroso debajo del polo, las rodillas marcándose en tu vaquero al sentarte, me estás empezando a excitar y ni siquiera hemos pedido la cena.

Cenamos. Rodeados de gente. Risas, alcohol, complicidades. Tomamos una copa. Rodeados de amigos. Haciendo como si no pasara nada. Salimos del bar. Momento de despedidas.
Me acerco a darte dos besos. Según me acerco, riéndote, levantas la cabeza, haces ese gesto tan tuyo, me miras y no hace falta más. De nuevo, no lo hemos podido evitar. Ambos sabemos qué vendrá ahora. Es ese deseo que no podemos controlar. Ese ansia del otro.

Nos montamos en el coche. Nos besamos. Acaricias allí donde bien sabes que me derrito. Mi ropa interior es testigo inevitable de mi deseo, tengo el tanga mojado. Tu "joder, cómo me pones" termina de hacer el resto. Sólo quiero llegar y follarte. Arrancamos. Otra vez de camino al piso. En el coche, no puedo evitar acariciarte. El trayecto es corto pero se hace eterno. En cada semáforo, me miras con un morbo que me enciende aún más si cabe. Sobre todo porque sé perfectamente lo que quiere decir esa mirada. Sólo deseo ser tuya y sentirte mío.

Aparcamos. En el portal, coges mi mano y la llevas a tu pantalón: "mira cómo me tienes". Subimos. El ascensor ha sido testigo de muchas noches nuestras como ésta pero el deseo sigue intacto, como la primera vez.

Vamos a la habitación, nos desnudamos deprisa, como con ansia. Nos sobran las palabras. Nos conocemos demasiado bien.

Nos tumbamos, me besas mientras tu mano abierta se posa sobre mi coño. Sabes perfectamente qué me excita y haces alarde de ello para que caiga rendida al placer. Cuando notas la humedad, tus besos se vuelven más intensos. Tu polla da un respingo y me golpea la pierna. Mi mano la busca. Rodearla con la mano y presionar un poco sintiendo su dureza me encanta. Gimes. Y ya sabes que cada gemido me enciende aún más. Tus dedos entran en mí. Tu boca busca mis pezones. Sólo la mirada que tienes al levantar la cabeza y mirarme, casi consigue que me corra. ¿Qué tiene tu mirada que lo dice todo sin abrir la boca?

Me encanta el sexo contigo. Porque es sexo, puro, salvaje, sexo en esencia. Y porque alcanzamos ese perfecto equilibrio que se forma de la combinación de que me pones putísima, de que los dos llevamos la iniciativa, de saber qué quiere el otro y de ese morbo y esa pasión que no he conocido en nadie más. Me encanta ese instinto animal, me encanta que contigo el sexo sea sexo, que sea una montaña rusa de placer, que no sea suave sino que sea impaciente, ansioso, como si no fuéramos capaces de saciar el deseo.

Tu lengua se pierde en mi coño, afanada por saborear la riada de humedad que me inunda. Mmm, lo haces tan bien!!. Gimo, entre susurros te pido que no pares.

De repente, te incorporas. La tienes dura, grande, se ve apetecible, dulce pecado. Colocas tu polla en la entrada de mi coño y entras a saco, de un golpe, tu polla resbala dentro, como si no pudiera frenar. Y empiezas a moverte, salvaje, gimiendo con tanta intensidad que me pones putísima. Te mueves, me embistes. Me arrancas orgasmos con una facilidad pasmosa. Veo esa expresión en la cara, ese gesto que haces cuando el orgasmo se acerca. Y lo he visto muchas veces, muchas, pero me sigue excitando como la primera vez.

Ver cómo te corres sólo hace que me excite más. Noto la humedad resbalando entre mis nalgas.

Podrías caer exhausto o podríamos fumar un cigarro pero te conozco, sé que no vas a parar. Sé que aún vas a arrancarme más gemidos, más gritos.

Me miras:
- "Quiero que te corras otra vez. Que te derritas como una puta en mis dedos"

Y me haces sentir tan zorra cuando dices eso y me miras así que creo morir. De gusto. De deseo. Hasta que consigues exactamente lo que quieres. Caer de nuevo rendida a tus dedos.

Fumamos un cigarro. Pero ni siquiera eres capaz de esperar. De disfrutarlo. Tus dedos me buscan constantemente. Tus labios se acercan allí donde pierdo la razón.

La noche sigue.

Me corro tantas veces que pierdo la cuenta. Me pone tu forma de mirarme, ese aire de chulo, me gusta cuando te brillan los ojos y cuando tu polla crece en mi boca. Y me llenas de leche. Porque sabes que me encanta.

Y me haces estremecerme porque me conoces perfectamente, sobran las palabas, no tengo que guiarte por los caminos que tan bien conoces, por el trazo del camino que un día surcaste.

Cuando caes rendido, soy ya la que está tan caliente que no puede parar, que quiere al menos una vez más. Así que jugueteo con tu polla, la acaricio, toco allí donde sé que tus gemidos van a elevarse de tono. Lamo no sólo tu polla sino también tus huevos, tu culo...eso te pierde. Va creciendo en mi boca. Tu mano se posa sobre mi hombro. Tus dedos se clavan sobre mí. Me pone tanto oírte gemir!!! Estaría así horas. Dándote placer. Porque si te veo disfrutar, siento yo placer. Me miras, me dices: "niña, pero qué cara de vicio tienes". Y en la dureza de tu polla, en sus palpitaciones noto que mi cara ha conseguido aumentar tu excitación. Entre susurros consigues murmurar: "voy a correrme". Y noto cómo sube, tu capullo se expande, la leche me inunda.

Subo, me echo a tu lado en la cama, te miro mientras disfrutas de las mieles del placer. Me miras.
"Ahora tendré que agradecértelo, no?" Sonrío pícara.
No me hace falta decirte que estoy mojada. Lo sabes de sobra. Juegas con mis pezones mientras recuperas el aliento. Pero no puedo esperar, no quiero, así que cojo tu cara entre mis manos y te pido "por favor, estoy muy cachonda, haz que me corra". Tu experta lengua sabe cómo hacerlo. Tus dedos entran en mí y sé que tienes la boca empapada, porque yo estoy empapada. El orgasmo es muy intenso. Muy intenso. Tanto que me convulsiono de placer. Me hago un ovillo en la cama, me vuelvo egoísta, me dedico sólo a disfrutar de mi placer.

Y tú me miras. Vas encendiendo un cigarro.
Lo disfrutamos mientras la complicidad de los años nos une de tal manera que nos sentimos a gusto, nos hace reírnos.

Y al fin nos quedamos dormidos. Abrazados. Tú sintiendo mi pecho en tu espalda.

Al menos, hoy has conseguido no estropear el momento con reproches absurdos. Ha sido como en los viejos tiempos. Sólo sexo, sólo complicidad, pasión, deseo, placer, gusto, gemidos, orgasmos.

Mañana cada uno volverá a su vida, a kms de distancia, pero hoy, esta noche, aún es nuestra.

"Duerme bien, niña". Y me encanta cómo dices niña.

Y de nuevo, ha sido tan bueno que sé que volveremos a caer en la trampa, en la situación de no poder decir que no, de no poder negar que la atracción que sentimos, que la química que tenemos, es única.
Donde hubo fuego...

7 comentarios:

  1. Bueno, bueno, bueno....a estas horas de la mañana y leyendo esto en la oficina.....ufffff!!!!En la calle hace un frio del carajo, pero en cambio yo estoy mas caliente que nunca.....Buenas historias.....sigue así de feliz sexualmente...

    Siempre quedará Reijkiavik

    ResponderEliminar
  2. Bonito. Bonito y caliente. Ardiendo a ratos. Caer en la trampa en realidad sería confundir los sentimientos, mezclar la química y la atracción con el amor (romántico) y el cariño (de pareja).
    Un besazo y sigue así!

    ResponderEliminar
  3. Shan,
    caer en la trampa del deseo no significa confundirlo con amor. Sólo en la trampa del placer, la pasión, la complicidad..

    ResponderEliminar
  4. Reijkiavik...
    espero que hayas conseguido trabajar...jajajaja

    ResponderEliminar
  5. Dicen que el hombre es el único animal que tropieza, o cae, dos veces en la misma piedra, o trampa, en este caso. Yo no caería dos veces, lo haría mil veces mil. Aunque parece que caer en tus brazos, a parte de crear adicción, tiene también el riesgo de que puedes llegar a confundir las cosas, aunque seas el mismísimo DIOS DEL SEXO. No sé, pero es un riesgo que no me importaría correr...

    Un beso preciosa.

    ResponderEliminar
  6. Phamtom, ten cuidado que el que juega con fuego se acaba quemando. Jejeje.

    ResponderEliminar
  7. Que puedo decirte que no sepas, que es excitante que es una maravilla que es un sueño perfecto, que me gustaría perderme en una fantasía así y sentirme protagonista. Y que son poco más de las 8,30 de la mañana y ¿como quieres que me concentre en el trabajo? espléndida manera de comenzar la jornada, un beso susurrante amiga

    ResponderEliminar

Susurra lo que te apetezca...