lunes, 19 de enero de 2009

Dura

Sabes qué me encanta?

Cuando la tienes durísima. Y lo sé. Sé que está luchando dentro del pantalón por salir, por coger aire, por hundirse dentro de mí y por sentir mi saliva recorriendo sus recovecos.

Pero me hago esperar. Me gusta ver cómo cada vez tu mirada se torna más impaciente, más llameante, con más brillo.

Y me observas, ansioso. Me acerco y te digo: "lo bueno se hace esperar".

Cuando por fin abro el pantalón, me gusta encontrarme con ella dura. Muy dura. A punto de reventar. Rodearla con mi mano y sentir su dureza.

Me gusta los pequeños saltitos que pega cuando nota el contacto con mi lengua.

Pero sobre todo, me gusta verla. Mirando hacia arriba, apuntado al techo, erguida.

Y me encanta cuando está tan dura que pongo un par de dedos sobre ella y aunque intento que forme otro ángulo, en cuanto dejo de hacer presión, sube de nuevo como impulsada por un muelle. El muelle de la excitación.

Y de tu capullo asoma el rocío que es la antepuerta del orgasmo, el equivalente a mi humedad. Esas gotas que me pierde lamer con la lengua fuera mirándote fijamente.

Subo la cabeza, te miro y te veo febril, no abres la boca pero tu mirada suplica a gritos que quieres mi boca, que necesitas darme toda esa leche, que tu excitación no aguanta más sin descargarse dentro de mí. Y esa mirada provoca tal humedad en mí que no puedo resistirme, me lanzo a tu polla, la meto en mi boca. Y noto cómo crece lo poco más que puede crecer ya. Y no paro, no hasta que tus gemidos se vuelven gritos, hasta que mi boca está llena de tu sabor, hasta que tu cuerpo cae rendido al placer.

1 comentario:

  1. despues de esto es genial comprobar tu humedad... con los dedos, con la lengua... ^^

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