martes, 15 de mayo de 2012

Reloj de sol

Me asombra lo pequeño que puede ser el mundo.
Y las casualidades.

Le conocí un verano en la playa. Fue uno de los veranos más desfasados de mi vida. Y empezó a ser morboso cuando apareció él.
Le llamabámos el reloj de sol porque el bulto de su bañador hacía sombra en la arena según de donde alumbrara el sol.
3 o 4 noches de sexo. Olor a mar, sabor a sal, sus rizos dorados y los mofletes coloreados por el sol. Una habitación pequeña, mucho calor, cuerpos sudados, gemidos ahogados. Mmm.

Ni siquiera nos dimos los teléfonos (creo que de aquella yo no tenía ni móvil) y todo quedó como un recuerdo de verano.

Casi 10 años después, a miles de kilómetros de donde nos conocimos, entró en una reunión de trabajo y veo a alguien que me suena, que me mira fijamente y pienso que está para comérselo entero con ese traje y esa carita pícara.
Pero no consigo ubicarle.
Al final de la reunión, se acerca a mí y me pregunta si le recuerdo. Le digo que no consigo ubicarle. Y me dice su nombre. Me quedo igual porque soy malísima para los nombres. Me refresca la memoria, el lugar donde nos conocimos, etc.
Fumando, solos, me susurra que a él no se le ha olvidado lo bien que se lo pasó ni lo que le gustaba mi boca.
Ahí queda la cosa, las circunstancias, el momento no eran los mejores. No pasa más y nos perdemos la pista de nuevo.

Si ya es difícil coincidir una vez en la vida,dos ni te cuento. 

Así que cuando me lo encuentro otra vez en un evento relacionado con el trabajo...me he quedado alucinada. Porque esta vez sí que sabía quién era. 
Roto el hielo, me ha invitado a cenar. 
Aunque yo he ido a la cena pensando en el postre, se ha comportado toda la cena simplemente como un buen amigo. Amable, divertido, atento. Nada más. He buscado en sus ojos el brillo de entonces, he intentado desviar la conversación pero no ha habido manera. 
Más tarde me ha contado que no quería lanzarse como la otra vez que no cuajó. Pero después de la cena, yo estaba desconcertada, un poco decepcionada por la situación. 

Hasta que él me ha cogido de la cintura y me ha mirado. Y le volvían a brillar los ojos y no sé si me gusta más en bañador o en traje. 
- Creías que te ibas a volver a escapar?
Esta vez los besos no sabían a sal. Pero seguían sabiendo a gloria. 
El buen vino mejora con el tiempo. 

 



4 comentarios:

  1. Definitivamente tus reencuentros acaban mejor que los míos. :P

    ResponderEliminar
  2. Pero nunca sabremos si es el vino en sí o que con los años nuestro paladar consigue apreciar nuevos matices.

    Besos…

    ResponderEliminar
  3. Completamente de acuerdo contigo, excepto en lo de mejorar con el tiempo, ahí estoy de acuerdo con lo de los matices :P

    ResponderEliminar
  4. Creo en las casualidades ... a veces pasa ! Y si esa casualidad es tan absolutamente deliciosa como lo cuentas ... Sean bienvenidas todas las casualidades que nos hagan sonreir y sentir algo tan especial.

    ResponderEliminar

Susurra lo que te apetezca...