lunes, 3 de mayo de 2010

Déjame mirarte

Siempre me ha gustado ver cómo alguien se masturba para mí.
Es un momento tan íntimo, tan extremadamente lujurioso que me encanta que me dejes ser partícipe de él, observarlo.
Es como si me hicieras un hueco en tu privacidad, como si me dejaras mirar por la mirilla. Alimenta ese voyeur que todos llevamos dentro.

Estás de rodillas sobre la cama. Me observas. Tu mano rodea tu polla que aún no está dura del todo. La mueves arriba y abajo sobre tu polla rozando el borde del capullo al subir y bajar. Echo un poco de saliva sobre tu polla, para que tu mano se deslice mejor sobre ella.

Y allí estoy yo, observando, mirándote como si no me vieras, disfrutando de esa especie de show, del morbo. Viendo cómo te tocas cuando yo no estoy y piensas en mí, cuando la lujuria se adueña de ti y no puedes desahogarte en mi cuerpo.

A medida que ves cómo me desnudo despacio, me abro la camisa, me asoman los pezones duros, tu mano incrementa la velocidad de sus movimientos. Zaca, zaca.
Sin parar. Sin dar tregua al deseo que endurece tu polla.

Te acaricias los huevos, tu brazo derecho está tenso, el sudor perla tu piel y tus ojos me miran pero tu mente está en otro sitio, como apagada, el deseo es el que manda, el que da las órdenes.
Me excita mirarte, me gusta ser la observadora inmóvil de ese deseo que corroe tus entrañas.
Ser la convidada de piedra de ese acto tan tuyo, tan íntimo.

Con una mano acaricias tus huevos, con la otra tu polla. La piel de tu capullo está estirada, tensa, tersa. De la cúspide asoma una gota que abre camino, la antesala de los chorros de leche que caerán después.

Te miro, estás cachondísimo, aunque no la toco sé que tu polla está al límite de su dureza, crecida de sí misma, enorme, el gusto amplifica el contorno de tu capullo.

Sí, córrete, córrete, Déjame ver cómo te corres, tu cuerpo en espasmos, tus huevos vaciándose, tu leche derramándose. Córrete sobre mí, lléname de tu líquido, que mi piel caliente sienta el ardor de tu placer. Embadurna mi piel.

Tus ojos se pierden, la mandíbula se te contrae en un gesto inconsciente, la mano pierde velocidad, tu leche sale, cae sobre mí, tus gemidos me erizan, veo cómo sale a borbotones, imparable, incontenible y en un movimiento tan rápido que el ojo es casi incapaz de percibirlo, esos chorros de leche aterrizan sobre mi cuerpo, en mi ombligo, en mi pezón, en mi escote.

Unos segundos después, tu cuerpo se relaja, cae en un estado de convalecencia mientras el placer se resiste a irse. Con la yema del dedo, recojo tu leche, me la llevo a la boca, disfruto de su sabor.

Me encanta que te masturbes para mí.

8 comentarios:

  1. Ahí estamos, como para no verse tentado a hacerlo con una espectadora tan atenta y fiel. Chorros de los grandes ibas a provocar hablándole así a tu contemplado...

    besos amalados

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  2. Uff, con un público com tú el placer de acariciarse debe ser doble...

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  3. A mi esa situación me pone muchísimo...pero le añadiría algo más...

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  4. Muy excitante compartir esa intimidad, en cambio hay otras intimidades que no se me antojan tan excitantes... ;)

    Besos.

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  5. A la inversa también resulta un placer...

    Besos en movimiento

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  6. A.D.N.
    Prometo ser espectadora atenta y fiel!

    Truk...
    Gracias.

    Karnevoi...
    Los cocineros siempre están abiertos a probar un nuevo ingrediente para su receta. Soy toda oídos.

    Jauroles...
    Jajaja. Yo hablo de ésta. No digo que todas las intimidades sean así de excitantes.

    CNLS...
    En la tuya o en la mía?

    Hyku...
    Sólo hay que pedirlo, yo no suelo decir que no.
    Además después de darme el placer de verle, puede pedir lo que quiera porque yo estaré a punto de caramelo.

    Tom...
    Mejor que los crucigramas, a qué sí?

    Besazos

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