jueves, 5 de febrero de 2009

El Becario

Mucho trabajo. Demasiado.
Y mi jefe me ofrece un becario para que me ayude en un par de proyectos.
Allí aparece en la puerta aquella mañana el becario. Un yogurín de veintipoquísimos. Unos ojos enormes verdes que no le cabían en la cara. (¿Qué tendrán los ojos claros que no puedo resistirme a ellos?). Y la eterna sonrisa que poblaba tu cara.
Sigo sentada en mi silla. Él de pie. A la altura de mi vista, sus vaqueros. Concretamente, el modelo "Levi's paquetón". Irremediablemente me desconcentraba para mirar de reojo aquel bulto. Cuando se agachaba a coger cosas del armario, su culo me hechizaba.
Y el primer día que para una reunión se trajo pantalones de vestir...ufff, me lo hubiera comido a bocados.
Un día, en un descanso, fumando, me comenta que las tías de su edad no le gustan, que él busca otra cosa. ¿Me lo imaginaba yo o mientras lo decía me miraba como si quisiera que leyera entre líneas?.
Y cada vez que bajábamos al archivo, al que nunca entraba nadie, yo fantaseaba con meterle en un pasillo, besar su cuello y mirarle con esa cara que ponen los jefes cuando quieren dejar clara su autoridad al dar una orden al tiempo que de mi boca salía una sola palabra: "Fóllame".
Y le imaginaba desabrochando mi blusa y lamiendo mis pezones como si mi orden hubiera sido el pistoletazo de salida que llevaba meses esperando. Yo ansiosa le desabrocharía el pantalón y tocaría por fin esa polla enorme que tantas mañanas había animado mi rutina laboral. Él gemiría al sentir mi mano pero mucho más gemiría cuando mi boca humedeciera su polla. Entonces me daría la vuelta, levantaría mi falda y apoyada en la estantería, arqueando mi cuerpo, le ofrecería mi coño para sentir su polla dura y caliente entrando en mi coño.
Y nos imaginaba subiendo en el ascensor con el rubor aún en la cara después del salvaje polvo.
Me gustaba pensar que aprovechábamos para quedarnos hasta tarde en la oficina y sacar partido al cuarto de la fotocopiadora o en el baño de la oficina intentando no gritar.

Pero en eso quedó todo, en una fantasía porque me fuí de aquel curro sin probar el archivo.

Desde entonces, nos hemos visto un par de veces. Y sus insinuaciones son cada vez más obvias. Y a mí cada vez me cuesta más que la cordura gane a la tentación.

Y hoy, de repente, sin venir a cuento, me llamas. Te has acordado de mí porque hay un acontecimiento cultural que podría interesarme y lo mismo me apetece ir contigo.
Dudo, reflexiono, me pasan mil cosas por la cabeza.
Interrumpes mis pensamientos:

- Anímate que me apetece ir. Después, ya veremos qué hacemos, tú decides que para eso eres la jefa y yo sólo tu becario.

Ufff, no puedo, no puedo decir que no.

Lo que no sé es si conseguiré esta vez que la cordura se imponga a la tentación.

6 comentarios:

  1. Podrá la cordura contra la excitación?? Podrás resistir ver el paquetón de sus vaqueros...o por el contrario irás a casa fantaseando.......Proximamente.....

    Besos y bajando

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  2. Ufff, las fantasías con becarias (o becarios) son universales, jejeje. Desgraciadamente en mi caso se quedan en fantasías...

    Aunque ya no puedas sorprenderle en una de esas bajadas al archivo, tiene el morbo añadido del tiempo que ha pasado desde entonces ¿no? Si al final vence la tentación, cuéntanoslo ;-)

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  3. Ojalá gane la tentación, nos pasamos la vida siendo "cuerdos" y de vez en cuando hay que desmelenarse. Suerte con tu becario y por cierto, ¿te vendrías conmigo a las Bahamas ... ?
    Besos exactamente ahí ¡¡¡

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  4. Si me dejo llevar por la tentación, informaré debidamente sobre el hecho en cuestión.

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  5. Dr. Crane,
    lo del viaje a las Bahamas si es a gastos pagados, me apunto. Jeje.

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  6. siendo becario yo fantaseaba con mi jefa. Verano, ella era morena, ojos claros. Solia ir con vestiditos ligeros y tangas pequeños y de hilo. Yo solo soñaba con que me hiciera quedarme a hace trabajos extra, y que se sentaba sobre mi mesa y me hacia comerla el coño, y despues de estar satisfecha me follaba como recompensa...

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