viernes, 28 de enero de 2011

¿No es tanto pedir, no? (II)

******************Reedición a las 8:31 AM:**********************
Unas copas y una graciosa borrachera después, totalmente dormida en el trabajo, confirmo que:
- el alcohol no quita penas pero las ahoga
- el que no quiera, él se lo pierde
- menos mal que una es chica de recursos y siempre tiene algún as en la manga
 
- he hecho una limpieza de agenda que me pesa hasta menos el móvil
- eso sí, tanto ahora como en el futuro se aceptan candidatos con las ideas claras y ganas de sexo

¿No es tanto pedir, no?

Hoy estoy muy puta. Sí, ya sé que estas son palabras que no usan las señoritas pero es que es así. No estoy excitada, no es que tenga ganas de follar, es que tengo muuuuuchas ganas.

Y sí, que estoy un poco susceptible, puede ser, pero de verdad que follar no puede ser tan complicado. 
Estoy harta de los que me agobian, de quien se cree con derechos sobre mí y confunde una llamada para follar con una declaración de amor eterno, de los que pretenden tener 3 citas antes de hacerme jadear de placer, los hay que ponen condiciones (¿esto qué es? ¿negociando para follar?), luego están los que vienen de casa con una maleta de comidas de coco y movidas a que les haga yo de psicóloga o los ofendidos por no sentirse suficientemente alimentados en su ego. 

A ver, que sólo quiero follar. Pero vamos, que al parecer hoy no es mi día.

Mañana pongo un anuncio: " Se busca compañero de cama para una noche. Nada más. Interesados en una noche de buen sexo, escriban a Susurros". No busco marido ni pareja para comer perdices, no busco amigos para tomarme copas (de ésos ya tengo) ni busco clientes para mi sillón de psicóloga (eso servicio es sólo para amigos). 

Quiero un tío que me folle, que me llene de leche, que me emputezca con sus golpes de cadera, que me haga gemir cuando mis manos se enreden en su pelo y su lengua se pierda en la sima de mi humedad. 
Quiero que me ponga a 4 patas y me folle, que me acerque su polla dura a la boca, que me coma los pezones, que me encienda con su mirada, que me acaricie hasta que pierda la noción del tiempo y el espacio. 
Quiero chupar, comer, lamer, gemir, gritar, correrme, que te corras, succionar, acariciar, besar, ensalivar, relamer, jugar, tocar, palpar, mirar, ver, oler, oír, jadear...
No creo que sea tanto pedir ni tan difícil de encontrar. 
Pues, hoy, al parecer, lo es.

domingo, 23 de enero de 2011

El morbo de lo prohibido

Lo prohibido siempre apetece. Es algo que no se puede controlar, una especie de morbo al que es difícil negarse.

Máxime cuando lo prohibido tiene medidas de actor porno. Y no es sólo eso, porque me gustan sus brazos fuertes y que nunca se canse de probar cosas nuevas.

Una llamada:

- He quedado con éstos, ¿te vienes?
Sonrío. Porque sé que va a estar él, C..
- Vale, me apunto. 
- A las 10 donde siempre. 
- Ok. 
Éstos son un grupo muy heterogéneo en edades y gustos pero nos conocemos hace tanto tiempo que el resto da lo mismo.

Llego tarde, para variar, veo que están ya casi todos aunque no he llegado la última. 

Saludos, dos besos. Llego donde está él y adivino por la fugaz expresión de sorpresa que cruza su rostro que no sabía que yo también venía.

- Hombre, ¿qué tal?. Dos besos. 

- Bien, bien, ¿y tú? ¡Cuánto tiempo sin verte! - dice mientras me da dos besos y se pone un poco rojo. 
¡¡Si el resto supiera que no hace muchos días estuvimos compartiendo todas las letras de la palabra placer juntos!!. Jeje. 
Me da morbo la situación. A él, superada la sorpresa inicial que le ha causado un poco de vergüenza, también.

Vamos de bares. Y es complicado tratarle como a uno más cuando no lo es. Hacer como que no estás al día de su vida, su curro, sus escarceos a pesar de haberlos compartido entre confidencias entre las sábanas.

- ¿Sabes que C. se independiza? Dice que la semana que viene, cuando esté instalado del todo, hace una fiesta de inauguración del piso. 

- Ah, ¿sí?. Bueno, pues habrá que ir. ¿Por dónde está el piso?
- Arturo Soria - dice sonriéndome. 
Nadie ha de sospechar que yo ya lo conozco, que he tenido mi particular fiesta de inauguración del piso y que esas paredes ya han oído mis jadeos, esas sábanas están impregnadas de mi olor y ese sofá ya ha sentido nuestro peso sobre él.

Estando de cañas, me vibra el móvil. Un mensaje: "Joder, por qué no has dicho que venías? Me he quedado super pillado al principio. Espero que no lo hayan notado". No me da tiempo a contestar cuando entra otro mensaje: "Qué morbo me da la situación!". 

Sonrío y guardo el móvil.

Voy al baño y, al salir, le veo entrando al de tíos o al menos haciendo como que entra. Me acerco, le como la boca, le suelto un par de guarradas al oído y vuelvo al grupo fantaseando con lo dura que se le habrá puesto. 


Me pone la situación. Me pone mucho.

Las miradas se suceden, varias veces me acerco a hablar con él como con cualquier otro pero aunque nadie lo sospecha, la conversación no gira en torno a banalidades sino a explosivas palabras pronunciadas sin que la expresión de mi cara cambie ni un ápice y destinadas a ponerle tan cachondo como me tiene a mí la situación.

- Oye, que cierran aquí. ¿Qué hacemos?

- Dice G. que podemos ir a su piso que le queda un montón de bebida de la última fiesta. 
- Hay que comprar mezcla, eso sí que no hay. En Opencor o en una gasolinera.
- ¿Pilla algo de camino?
- Hay una gasolinera por la casa de G., donde vivía antes A por ejemplo. Y Opencor está aún abierto hasta la una, ése también pilla de camino, donde la cuesta.
- Ni idea. 
- Yo sé dónde está. - digo yo. 
- Entonces vete tú en el coche de algunos de los que no ha bebido y compráis la mezcla. Los que no cabemos en los coches, nos vamos en metro. Nos vemos en el piso.

Una parte del grupo se pierde en la boca del Metro. El dueño del piso donde vamos se va en coche con uno de los que conduce y otros dos colegas. En el otro coche se montan las tías para cotillear.

- Vale, pues yo me voy con C. y paramos a comprar. - si lo hubiéramos preparado no hubiera salido tan bordado, jaja. 

- ¿Quieres que vaya con vosotros? - dice una de las tías. 
- No, no hace falta pero como quieras - contesto con la boca pequeña deseando que diga que no viene.

Y sí, nos vamos solos y paramos en el Opencor y compramos todo. Pero también nos da tiempo a darnos los besos que llevamos guardando toda la noche y a que se le ponga dura en mi boca mientras cruzamos la M-30 y a que se corra poco antes de llegar al Opencor cuando aparcamos en el callejón de al lado. 

Aún es como si oyera la frase que siempre repite cuando estamos juntos: 
- Pero tía, ¿dónde voy a encontrar a otra como tú?

Cuando llegamos al piso, subiendo en el ascensor, somos incapaces de quitarnos las manos de encima, yo no me he corrido y estoy ardiendo de deseo y su descomunal polla dura o el sabor de su leche en mi boca no mejoran la situación que digamos. 

Justo un segundo antes de que se abra la puerta, me susurra: 
- Hoy no te vas a casa sin correrte. Prometido.

Se abre la puerta, yo intento disimular pero tengo la piel de gallina y los pezones a punto de marcarse incluso a través del abrigo.

Estoy en la fiesta pero no estoy. Me río pero tengo la cabeza en otro sitio. Escucho las historias pero un escalofrío me recorre cada vez que me mira como indiferente. Llevo tantas horas cachonda perdida que he perdido la cuenta.

Y quizá si el resto lo supiera, no nos pondría tanto liarnos a escondidas del mundo. Y si las circunstancias y las amistades no nos prohibieran dar rienda suelta al deseo, no nos hubiéramos sentido tan atraídos. Pero el caso es que, que esté prohibido, le da un plus de morbo a la situación.

Cuando la fiesta empieza a decaer, me llega otro mensaje y la vibración del móvil me hace vibrar a mí también: "Dí que te vas a casa de cualquiera de tus rollos, cógete el taxi sola y espérame en el piso. Te voy a comer hasta que me pidas que pare".

Y así acaba la noche. Desquitándome por esperar tantas horas, reinaugurando el nuevo piso que ya conozco, siendo recompensada por tantas horas de espera. Sintiéndome llena y esto lo digo tanto en sentido figurado como literal porque mi particular actor porno me sacia en cantidad y calidad. Mmm, me da mucho morbo lo prohibido!. 


miércoles, 12 de enero de 2011

Lo que vale un peine

Así como Sevilla es mi ciudad gafe, siempre me sale rana cualquier rollo de allí, Málaga me engancha.

Malagueño era F., aquel chaval que fue lo que se podría llamar mi primer amor. Con su polo verde, su cara de golfo, su sonrisa sarcástica. ¡Qué tiempos!. Con el tiempo le perdí la pista pero aún recuerdo que cumplía años el mismo día que mi madre.

A Málaga me fuí de viaje con mi mejor amiga y conocí a un malagueño que me hizo plantearme cambiar mi billete de vuelta por una noche más con él.

De allí es también el cámara de tv, mi malagueño con piso en la buhardilla esquina séptimo cielo. Con el que, por cierto, he retomado el contacto y le debo un post.

Y malagueño era quien me enseñó lo que vale un peine. El cuarto y mitad de peine malagueño no sé a qué precio está pero debe cotizar alto. Porque si en plena resaca de Nochevieja, después de dormir 6 horas, es capaz de enloquecerme así, compraría sin dudarlo una participación en el monolito entre sus ingles.
Sobre todo, me hizo reír, mucho. Hasta que se me corrió el rimmel. A veces, uno encuentra a alguien que es tan buena gente que parece mentira que aún quede gente así.
Me ha dado su teléfono. Me ha invitado a Málaga. Se ha ofrecido a visitarme él. Pero ya le dije que hay recuerdos tan buenos que no sé si merece la pena empañarlos con una segunda vez. Le quiero recordar así, como aquella noche.
A no ser que me de el puntazo...


sábado, 8 de enero de 2011

Los Reyes

Hoy toca post pastelón porque es mi blog, es lo que tiene ser la dictadora con poder absoluto elegida democráticamente por unanimidad entre un electorado de 1 votante (que es la menda en persona) de este sitio donde cuento lo que me da la gana.

Que sí, que tengo 30 años, que en mi curro me consideran una persona seria (mi madre llora de risa cada vez que lo cuento, no sé muy bien por qué), que por lo visto "estoy ya mayor para segun qué" como se encargan de repetirme hasta la saciedad los moralistas de librillo.
Y que sí, que también soy fría, racional, frívola en ocasiones, borde a ratos, responsable los días que no caen en laborables ni festivos y a ratos hasta me comporto como si fuera adulta.

Pero en Reyes no. En Reyes resucito a la niña que nunca he dejado de ser. 
No voy a la Cabalgata porque no tengo quien me lleve a hombros para coger caramelos. 
Y claro que salgo la noche de Reyes pero me acuesto nerviosa.
A pesar de la resaca, el sueño y mi profundo odio a los madrugones, ese día se madruga y se entra en el salón con un gusanillo en el estómago.
Es un rito. Abrir regalos, abrirlos despacio, dedicando tiempo, saboreando la sensación, disfrutando de las caras de sorpresa de aquellos a quien regalas.
Me gustan las sorpresas, me gusta comprar sorpresas, me gusta envolver con cariño, personalizar cada regalo.
Ver a mis padres con los ojos brillantes de emoción cuando abren un regalo que no esperaban, eso no tiene precio.
Ir a comprar y disfrutar el momento de encontrar el regalo perfecto mientras me recorre una especie de nerviosismo e impaciencia porque llegue el momento de hacer feliz al destinatario, es impagable.
Abrir una sorpresa, algo que no esperaba, notar el tacto del papel, leer la tarjeta dedicada, eso tampoco se puede contabilizar con unidades de medida al uso.

Me gusta sacar ese día a la niña que a veces las circunstancias obligan a esconderse tras el abrigo de la frialdad y la indiferencia. 
Me encanta ese día porque puedo volver a ser aquella enana que creía que los Reyes tenían la caligrafía de mi madre porque también habían estudiado en un colegio francés (jajaja, qué inocente era!). La enana que asomada a la ventana creía ver la sombra de los camellos en la esquina de la calle y se metía en la cama corriendo.

Y el mejor regalo no es ninguno que haya venido envuelto en un papel sino esa sensación, la de colmar de felicidad a alguien que quieres.

Si algún día no me ataca el virus de la infantilidad y la niñez el día de Reyes, algo se me habrá muerto por dentro. 

miércoles, 5 de enero de 2011

2 añitos, parece mentira

Hoy (bueno ya ayer) hace dos años empecé con este blog. 
Parece mentira que el tiempo pase tan deprisa!

Me hubiera gustado escribir un post más extenso pero no he tenido tiempo. 

Sólo decir que he recibido un regalo de cumpleaños. El blog ha recibido un regalo de cumpleaños.
Como después de un día malo (y ayer no fue mi mejor día) siempre viene un día bueno, hoy ha sido un día sembrado, un día redondo.
El deber de secreto me ata (al menos por ahora) pero a pesar del cansancio me acuesto feliz, con una sonrisa en la boca y la mente trabajando a mil por hora.

Besos a todos. Gracias por estar siempre ahí. Por leerme, por comentarme, por seguirme, por hacer que el blog tenga sentido. 

sábado, 1 de enero de 2011

Menudo año me espera (como esto siga así)

Acaba de empezar el año y como todo el 2011 sea como esta noche(más lo que llevamos de día), va a ser estupendo. Yo no es que esté de racha sino que mi vida ES una racha de suerte.

He salido esta noche como apática, a una fiesta que no me apetecía mucho, la verdad. Teníamos así como 6 planes diferentes y al final nos habíamos decidido por el que menos me apetecía. Y ha resultado ser un fiestón. No recuerdo una Nochevieja tan divertida desde hace siglos. Me he reído tanto que me duelen las costillas y los mofletes. He bailado (yo!!!) lo que no he bailado en los últimos 10 años. No era garrafón, no había cola para pedir ni para entrar. 

Eso sí, había tanto gay y tanta pluma como para hacerse por lo menos 3 edredones nórdicos.

Cuando han cerrado, hemos desayunado y nos hemos ido calentitos a una casa a seguir muriéndonos de risa con unos vodkas más.

Lo mejor de todo es que toda la noche me ha salido por un euro que me ha costado el metro de vuelta a casa. Porque a la fiesta (hay que tener amigos hasta en el infierno) sólo se entraba por enchufe pero era gratis la entrada y gratis la barra libre (si es que yo no tengo suerte, tengo más suerte, jajaja).

He llegado a mi casa a eso de las 3, con mucho cansancio y dolor de pies, he comido unas gambitas con mis padres (el segundo mejor menú después de los croissants con vodka es gambas después del vodka) mientras les contaba la fiesta y se morían de la risa, he escrito el post y ahora me voy a dormir un ratito.

Porque entre la masa de gays había un par de heteros y desde mitad de la noche he llevado colgado del brazo a un malagueño saladísimo con el que me he reído un montón y con una cara de morbo y unos ojazos (amén de un precioso bulto que he tenido el placer de sentir horadando mi cadera) con el que me ha quedado algo pendiente que hemos aplazado para no acabar una maravillosa noche en un desastre sexual a causa del alcohol. Pero ha dicho que esta noche me enseña lo que vale un peine. Así que tengo que dormir un poco para estar en forma esta noche y dejar el listón de la capital bien alto, jejeje.

Feliz año! Espero que lo hayáis empezado igual de bien que yo.