viernes, 11 de mayo de 2012

La imagen

Acabo de volver. Quizá me baile alguna letra. Es que los jueves me encanta salir. Para mi gusto sigue siendo el mejor día. Aunque he de decir que no le hago ascos a ninguno de los demás. Jajaja.

Mañana trabajo. Pero me da igual, al menos ahora mismo.

He estado de cañas, luego de picoteo, luego de copas, aprovechando el buen tiempo que ha hecho hoy. Me he juntado con el grupo calavera (es que luego tengo el otro grupo de amigos, el de los que han sentado la cabeza y sólo hablan de trabajo, de hipotecas, de niños, de frustraciones y temas así como muy serios). 

Y yo no sé si la primavera la sangre altera pero ha habido casi un sólo tema de conversación. El más interesante, eso sí.

En todo caso, durante toda la tarde-noche no he podido quitarme una idea de la cabeza. He participado de las risas, he bebido más de lo que hubiera querido, he estado allí. Pero en realidad mi mente estaba siempre en otro lado. 

Porque mi imaginación se ha desatado esta tarde y no podía quitarme de la mente esa imagen. 
Ese brazo fibroso, moldeado que se muestra en tensión tocando la guitarra. Y de esa inocente imagen inicial, mi cerebro ha activado una serie de correlaciones que me han llevado a obsesionarme con ver ese brazo en tensión pero en otro contexto. Verlo así mientras la mano se desliza rápidamente arriba y abajo y se oye ese "zas zas".

Tiendo a obsesionarme con imágenes que no consigo sacar de mi mente. Hoy ha sido así. 

Por eso  hoy he bebido para no pensar. Entonces he pensado aún más. En la suerte que tengo y en cómo puede explicarse que sientas que alguien quiere lo mismo que tú y de la misma manera habiendo tantos millones de personas en el mundo. ¿Tiene que ver con que muchos queremos lo mismo? ¿O con qué a veces tienes la suerte de coincidir con alguien que piensa igual que tú? (Y no, no hablo de amor cuando quiero decir sexo. Hablo de sexo)
Sea por lo que sea, la cuestión es que no podía deshacerme de la imagen. Al principio rodando en mi mente sola. Luego aderezada con más imágenes alrededor.  La segunda mitad de la noche aderezada con una incipiente humedad que trascendía el borde de mi copa y se encontraba mágicamente debajo de mi falda. 


Pero aún tengo que esperar para que la imagen se haga realidad. Y soy impaciente. Odio la espera, el retardo innecesario del placer. Si juntas dos imanes que se atraen y encima el aliciente del placer les impele a pelear por ser quien más deseo incite al otro, ufff, entonces no hay quien los separe. Y yo, yo quiero imantarme a su lengua, pegarme a su cuerpo, absorber su energía en forma de orgasmos. 

Quiero pero tengo que esperar. Maldita espera. 

9 comentarios:

  1. A veces, tampoco puedo escapar de una imagen cuando esta se empeña en quedarse dentro de mi cabeza, provocando sensaciones que me dificultan la espera.

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  2. Las imagenes mecanicamente se implantan en la memoria ... las que nos llenan, o las que nos tocan de alguna manera es muy dificil olvidarlas.
    Y recordarlas es vivir un placer antecipado, por que la memoria las recrea segun nuestros impulsos.

    Te entiendo!

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  3. Son ambas cosas. Muchos queremos lo mismo, unos lo dicen otros no y, además, si piensan y lo expresan parecido entonces sí, es la bomba.

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  4. tu susurro es un grito en imágenes que estoy seguro se corporizaran prontamente, un beso una imagen

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  5. A veces esas imágenes se convierten en una obsesión y hasta que la hacemos realidad se nos hace un mundooooo.
    Besos y susurros muy dulces

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  6. Querida, quien espera, desespera. Lánzate.

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  7. Coincidimos plenamente en no aceptar el retardo del placer.

    Se lo que quiero, pues que ocurra.

    Creo que yo elegiría el grupo calavera 99 de cada 100 veces.

    Me encanta charlas con mujeres que me dicen que estan humedas, le da otro sentido a todo lo que se dice.

    pd: ¿son necesarías las palabras de verificacion?
    ¿Cuantos robots te han entrado?

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  8. Ya ves, quien espera desespera.
    a mi también me encanta salir los jueves. Aunqeu yo me fuí de cena y copas el miercoles y no estubvo nada mal...

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  9. Tremendos deseos en el cierre... Ufffff...

    Un placer leerte.

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