martes, 8 de febrero de 2011

364 días sin vernos

Cuando tienes previsto reencontrarte con alguien después de mucho tiempo, siempre te asaltan dudas. Porque sabes que la memoria juega malas pasadas y que los recuerdos siempre están recubiertos de una pátina de lustre, de brillo, idealizados por el tiempo. Y lo que recuerdas bueno quizá no lo sea tanto y lo que recuerdas malo (si lo hubiera), quizá no era tan exageradamente insoportable. 

Y nosotros, por circunstancias que no vienen a cuento, llevábamos exactamente 364 días sin vernos. Eso son muchos días. 

Muchas variables se repetían como calcadas tras 364 días porque yo volvía a llegar tarde, como entonces (esa variable se suele repetir en todas las coordenadas espacio-temporales, jajaja). Tú llevabas la misma cazadora. Habíamos quedado en el mismo sitio y tú sonreías igual que aquel día. Tus besos sabían también como antaño a tabaco y chicle. 

Pero la memoria no me fallaba al recordar cuál era tu punto débil y tú recordabas perfectamente el mío. 
Aún sabías por dónde pasa la senda del deseo en mi cuerpo. 
Tu polla aún se acordaba del rastro de mi saliva y del cerco de mis labios alrededor de ella. 

Sin duda el recuerdo más nítido que yo tenía era lo bien que dominabas cualquier postura. Y no, no me fallaba la memoria para nada. Porque nuestros cuerpos se acoplaban y se seguían el ritmo en cualquier postura, sin más melodía de fondo que las palabras jadeantes que escapaban de nuestros labios. 
Tú sobre mí, ahora mi pierna izquierda en tu hombro. Entrando y saliendo. 
Yo sobre ti, rotando las caderas, sintiéndote mío, jugando a volverte loco. Orgasmos. Movimientos salvajes, descontrol.
Luego de lado, gimes, me muevo, me corro, jadeas, me llenas con tu polla.
Ahora a 4 patas, entrando entero, cogiéndome fuerte de las caderas, dejándome llevar el ritmo, luego llevándolo tú, fuerte, duro, rápido, deprisa.
Tumbada boca abajo, sintiéndome estrecha, gimes en mi oído, me masturbas a la vez, me deshago en tus dedos. Estás durísimo, me vuelves loca.
Tú de rodillas, yo de lado. Nos deben estar oyendo en mi casa. El roce es tan intenso que voy a morir de gusto. Tu cara es la puta máscara del placer hecho realidad.
Más placer, más jadeos, más orgasmos.
Así infinidad de posturas. Siempre encontrándonos el ritmo, siempre bailando al mismo son. 

La distancia no hace el olvido porque nuestros cuerpos recordaban todo, se sintieron a gusto en cuanto la ropa se nos resbaló por la piel, se reconocieron en la autopista del deseo. 
364 días parecían muchos pero la realidad es tozuda y muestra que hubiera merecido la pena esperar incluso 728.

12 comentarios:

  1. La espera, cuando el conocimiento es tal, siempre merece la pena.

    Besotes amalados

    ResponderEliminar
  2. Sin duda hay esperas que merecen la pena... En cambio algunas son desilusionantes...

    Besos.

    ResponderEliminar
  3. Desde luego más que merecida, por cómo escribes casi he podido verlo, felicidades.

    ResponderEliminar
  4. Lo bueno se hace esperar... esa complicidad y conocimiento mutuo vale muchísimo y no es fácil de conseguir.... cuidalo susurradora ;-)

    Jean-Claude

    ResponderEliminar
  5. Cada vez que te leo me trasnportas a una historia mia ya pasada, pero que me sigue removiendo algo por dentro... y me encanta la verdad.
    aniTa

    ResponderEliminar
  6. Yo estuve más de un año sin verle.... merecio mucho la pena! muchisimo!

    ResponderEliminar
  7. Cuando algo merece la pena, se espera lo que haga falta..
    Y que hermoso es el reencuentro.
    Besos y susurros cálidos

    ResponderEliminar
  8. el tiempo es peligroso.. te puede hacer añorar como olvidar..
    siempre he pensado que el tiempo es tan buen aliado con el gran enemigo..

    ResponderEliminar
  9. nunca es tarde si la dicha es buena, o eso dicen ;)

    y sobre mi último post, sí, es verdad, era mi cumpleaños :) gracias por el comentario.

    besos!

    ResponderEliminar
  10. Dicen que la distancia es el olvido. Yo no estoy de acuerdo, porque el recuerdo se aferra a la piel, como la esperanza a los clavos ardiendo, como el deseo al tanguita por arrancar...
    un beso

    ResponderEliminar
  11. No deberías esperar otros 364 para disfrutar tanto. A veces esa espera se hace interminable, pero hay cosas que nunca cambian pase el tiempo que pase. Un beso.

    ResponderEliminar
  12. A.D.N...
    Esta vez mereció la pena esperar.

    Jauroles...
    No desilusionó, no.

    Seiky...
    Lo bueno no es verlo sino sentirlo, jeje.

    Jean-Claude...
    Ni siquiera nos conocemos tanto, pero sabe cómo darme placer.

    Anita...
    A ver si es que tenemos vidas paralelas, jaja.

    Diario de nuestros pensamientos...
    Tanta espera se hace larga.

    Yemaya...
    Los reencuentros son como las reconciliaciones, la mejor parte.

    Armndozzz...
    El tiempo es peligroso pero esta vez jugó de mi parte.

    Marina Miau...
    Nunca es tarde para disfrutar.

    Carlos...
    Exacto, el recuerdo se aferra a la piel y el deseo se tatúa en la epidermis.

    Princesa...
    A ver si esta vez la espera es más corta.

    Besos a todos.

    ResponderEliminar

Susurra lo que te apetezca...