jueves, 22 de abril de 2010

Sueño

Hay días que lo único que tengo es sueño. Un sueño horrible.
Porque igual que otros necesitan comer, yo necesito dormir. Si no, no funciono.
Y ése era un día de ésos. Llevaba todo el día deseando meterme en la cama. Me meto y viene.
Pega su cuerpo al mío. Los dos desnudos.
Le aviso: "Ahora no, necesito dormir".
"Sssshhh, tú duerme que sólo quiero hacerte mimos".
Empieza con mimos muy dulces, caricias muy suaves en la espalda. Va bajando hacia mi cadera, pasa por mi culo, acaricia mis piernas. Repite el mismo recorrido pero deteniéndose cada vez más tiempo en la parte interior de mis muslos.
Intento dormir, con todas mis fuerzas y a pesar de lo poco que me cuesta conciliar normalmente el sueño. Pero es un cabrón y sabe qué hacer y cómo hacerlo para que me estremezca.
Saco un poco el culo, como buscándole. Pero sigue, impasible.
Para. Rodea mi cuerpo con su brazo y me da besos casi imperceptibles en la nuca. Poco a poco aumenta la intensidad de sus besos, mi nuca, mis omoplatos, mis hombros. Su mano traza círculos alrededor de mi pezón, poniéndolo duro. Va subiendo la intensidad.
Se me escapa un gemido. Él no reacciona.
Me acaricia el cuello porque sabe que es mi punto débil.
Se me está quitando el sueño. De hecho, mi coño está muy mojado.
No puedo más, cojo su mano y la llevo a la sima húmeda en que se ha convertido mi entrepierna. Acerca su boca a mi oído y me dice: "Qué puta eres! Me encanta ponerte así. Quieres que siga, verdad?".
Musito un sí inintelegible ahogado en gemidos porque sus dedos empiezan a entrar en mi coño.
Pero lo que quiere es ponerme a mil, que acabe pidiéndole por favor que me folle.
Dos dedos suyos me penetran, tan dentro, tan ágiles, que se oye cómo chapoteo de gusto.
Me encanta el orgasmo que me provoca, uno de ésos que vienen sin avisar, como inesperados, como si se hubieran adelantado y te pillan por sorpresa.
Me corro y grito, grito porque ha sido tan intenso que me dan calambres en la pierna.
Estoy encogida en la cama, disfrutando de la intensidad que me invade cuando me corro, de esos segundos egoístas en los que no me importa nada que no sea mi placer, aferrarme a ese gusto que es como un vicio y no quiero que se vaya.
En ésas estoy cuando le siento penetrarme, me mete la polla de un golpe, colocado de rodillas. Sabe perfectamente que estoy hipersensible y que en esa postura roza mi punto g aún mejor.
Me folla, mirándome, sus pectorales endurecidos por el esfuerzo que imprime en cada embestida, metiéndomela entera, joder, me está perforando y lo mejor es que me encanta.
Justo cuando acaricio el orgasmo de nuevo, en el último segundo antes de que ya no haya vuelta atrás, la saca.
Me mira con cara de cerdo, de salido, esa cara que pone cuando sabe que me controla y me tumba bocabajo.
Me abre los brazos en cruz y sus manos sujetan mis muñecas sobre la almohada. Sus rodillas sostienen mis piernas juntas, muy juntas y su polla me embiste haciéndose hueco en el estrecho camino que queda. Empieza con embestidas profundas, lentas, agacha la cabeza y me dice cerdadas al oído porque me conoce demasiado bien y sabe qué me pone.
"Me encanta que te mojes así para mí, zorra".
Ése es el pistoletazo de salida de mi siguiente orgasmo.
Y le siguen dos más mientras me folla y siento la presión de sus manos en mis muñecas y su aliento en mi cuello y su voz en mi oído y su polla como una barra de hierro caliente que horada mis entrañas.
Luego, está claro que duermo muuucho mejor.

7 comentarios:

  1. Genial manera de coger el sueño... Me apunto! ;P

    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Desde luego esa sesión es mucho mejor que tomarse una infusión relajante ...

    ResponderEliminar
  3. me susurra... tu historia se queda como un susurro en el oído, la fantasía o realidad de toda chica.
    espero que estés bien!

    ResponderEliminar
  4. Jauroles...
    Yo también me apuntaría cada día.

    Spiccoli...
    Demasiado rico, crea adicción.

    Truk...
    Las infusiones relajantes están sobrevaloradas, pásate a mi método.

    Beetlejuice...
    Me alegro de llegarte.

    El octavo pasajero...
    Gracias. No me hagas sonrojar.
    Un mordisco pero que no deje huella...

    Secreta...
    A qué es una sensación alucinante?

    ResponderEliminar

Susurra lo que te apetezca...