domingo, 14 de marzo de 2010

Ojos no tan claros

Hay recuerdos que permanecen como impregnados. Como si te los hubieran grabado en la parte interior del párpado y cada vez que cerraras los ojos no pudieras evitar verlos.
Constantemente me vienen fogonazos, secuencias de momentos que pasan por mi memoria como aceleradas pero casi con la misma intensidad que si lo viviera de nuevo.


Así que cuando cierro los ojos es como si estuviera otra vez allí. Con él.

Le recuerdo viniendo hacia mí vestido de negro. Así le resaltaban aún más esos ojos color miel.
Esos ojos que él dice que "no son tan claros" pero que te miran y sientes cómo los poros de la piel empiezan a supurar feromonas.
Me mira, sonríe, incluso parece que los ojos le brillan más.


Y estoy en el supermercado haciendo la compra y parpadeo y le veo de nuevo. Besándome. Y yo no suelo besar demasiado en la boca pero hay besos, tan suaves y a la vez tan intensos, que no dejaría de besarle. Su lengua envolviendo la mía y mis pezones reaccionando, poniéndose firmes. El contraste entre la tranquilidad con que hace todo y lo cachonda que me puede poner sin inmutarse, sin perder la serenidad.


Cuando en alguna reunión de trabajo me distraigo del tema, me viene otro fogonazo. Zas!. Su polla tan dura que no se puede doblar, haciendo un ángulo recto con su abdomen. Llena de venas, hinchada, llena de la leche que me tiene guardada. Ufff, qué polla! El tamaño, la forma, los huevos. Un conjunto perfecto, como un postre al que no puedes resistirte.


Si me tumbo en el sillón un momento y dejo la mente en blanco, me asalta de pronto otro recuerdo. Veo sus dedos, estilizados, largos, finos. En mi espalda, acariciándome, perdiéndose entre mis piernas, tocando el clítoris con precisión, como si lo hiciera yo casi. O entrando en mí, muy dentro, mientras su boca me lleva al orgasmo con precisos movimientos.


Estoy al teléfono y viene a mi mente otra secuencia, la de sus abdominales, fibrosos, en un cuerpo tan delgadito y su polla apuntando hacia mí, sus ojos miel mirándome y cómo después me folla, entrando hasta el fondo, taladrándome de placer, metiendo su polla tan dentro que me siento llena, siento como si su capullo fuera a hacerme explotar.


A veces recuerdo capítulos inconexos, sin orden. Su olor. Comiendo, él me mira y me dice "ahora no podría levantarme". Su gesto al colocarse los pantalones cuando se le escurren demasiado. Su cuerpo envuelto en una toalla. Él tumbado de espaldas mientras le acaricio y se retuerce de cosquillas. Mi lengua perdida en su culo y su polla creciendo contra las sábanas. Su voz musitando "me corro" y su leche colándose de mi paladar a mi garganta.


Pero cuando más me asaltan esos fogonazos es cuando me meto en la cama. Y cierro los ojos y me recuerdo con su polla en la boca. Muy duuura. A veces lamo el capullo, a veces uso mi boca y mi mano a la vez, a veces la meto entera en mi boca y roza mi garganta y la saco llena de mi saliva, mojada y veo el gusto que le da y eso me pone muy zorra. Le oigo decir que quiere correrse en mi cara. El coño me palpita, nada me apetece más que verle disfrutar. Me pongo de rodillas, al borde de la cama, delante de donde él se sienta y le como la polla con lascivia, con tanta como soy capaz porque quiero que esta sensación se le grabe en la memoria, tanto como a mí se me han grabado otros momentos. Mi mano acaricia sus huevos y mi boca le provoca un orgasmo pero poco a poco, para que sea más intenso. Coge su polla con su mano, yo estoy de rodillas, con la boca entreabierta y mirándole fijamente cuando chorros de leche me caen sobre la cara. Las mejillas, la barbilla, la comisura de los labios, incluso algo resbala por mi pecho. Pero lo que más me gusta, lo que no puedo dejar de recordar mientras mis dedos acarician mi clítoris y siento que llega mi orgasmo es su cara mientras me mira. Me mira cómo lo recojo todo. Gota a gota. Lamo primero lo que rodea mi boca. Luego llevo con el canto del dedo índice la leche a mi boca desde mi barbilla y voy recogiendo lo que rueda por mis mejillas para saborearlo con cara de puta porque así es como estoy ahora mismo, excitadísima por la sensación. Y veo reflejado en su cara mi placer, los ojos se le abren más, le resaltan más a pesar de "no ser tan claros" y observa fascinado todo lo que hago. Cómo dejo mi cara limpia. Y cuando recuerdo eso, entonces, no puedo evitar correrme y desear que la próxima vez me vuelva a llenar de leche.

6 comentarios:

  1. Como para no acordarse de esto...
    Besos guapa

    ResponderEliminar
  2. Los recuerdos... No son más que eso, recuerdos.

    Si los repasas demasiado al final se acaban desgastando. Aunque a veces conviene precisamente eso...

    Otras... No.

    Un beso!

    ResponderEliminar
  3. Me he excitado la primera vez que leí el texto y leyéndote por segunda vez yo también me he corrido. Qué mas se le puede pedir a un texto tan cargado de erotismo!
    GRacias!

    ResponderEliminar
  4. Muy bueno, hacía tiempo que no te leía. Me ha gustado volver a encontrarte justo donde sabía que ibas a estar.

    ResponderEliminar
  5. Mónica...
    Cómo para no acordarse! tú lo has dicho!.

    Juancho...
    Lo bueno de los recuerdos es saber que los puedes repetir..jeje.

    RMC...
    Espero volver a verte por aquí.

    Anny...
    Gracias a ti por asomarte a mi blog.

    Hijoeputa...
    No me muevo de aquí, ya sabes siempre dónde encontrarme.

    Besos a todos.

    ResponderEliminar
  6. pufff a estas horas y "to morcillón"

    ResponderEliminar

Susurra lo que te apetezca...