miércoles, 3 de agosto de 2011

El rubio más guapo del barrio


Hoy me he encontrado por la calle a alguien que no veía hace como 12 años por lo menos. 
Le he reconocido porque sigue igual, exactamente igual que entonces. Más alto, otras zapatillas, el pelo más largo pero igual en lo esencial.
Nos hemos saludado, nos hemos dado dos besos y hemos estado hablando un par de minutos. 
¡Menuda sensación más rara! Te encuentras 12 años después con alguien que durante una época fue la razón de tu vida. Sí, así era porque yo tenía 14 años y a esa edad todos son muy tontos y todas somos muy pavas. 
Él era el rubio del grupo y a mí me volvía loca; a él le gustaban mis rizos y mi piel morena. 
Durante un año jugamos a perseguirnos, a dejarnos y reencontrarnos, a morir cada día que no estábamos juntos y resucitar en cada beso a escondidas en los bancos del parque.
Y yo, que nunca he sido ñoña, lo era con él. Porque tenía 14 años y hubiera vendido mi alma al diablo por aquel chaval que a mí me parecía, con diferencia, el rubio más guapo del barrio. 
Luego él se echó otro grupo de amigos, nos veíamos poco. La cosa se enfrió.
Ya con 17 años o así, coincidimos una tarde de verano, nos dejamos llevar y acabamos en su casa practicando lo que para el recuerdo quedará como uno de los peores polvos de la historia. De hecho, llamar a eso sexo sería una tesis difícil de sostener ante un tribunal. 
Y poco tiempo después, nos perdimos la pista. O nos la quisimos perder más bien.
De hecho su hermano es uno de mis mejores amigos al que veo a menudo pero él y yo nunca más hemos vuelto a coincidir.


Y decía que era una sensación rara porque 12 años después te reencuentras con él, al principio me arrepentí por un momento de haberle saludado incluso mientras se acercaba a mí y yo pensaba: "¿de qué hablo yo ahora con éste?", luego se me pasó por la cabeza que es increíble cómo alguien que significaba todo en un momento de tu vida, se pierde sin dejar huella durante 12 años sin que le eches de menos y medio minuto después, ya roto el hielo, descubro que sigue teniendo el mismo humor de entonces y que me hace reír con ese fino sarcasmo que siempre me ha encantado. 
Pero no sé, una sensación rara, al fin y al cabo. 


Hemos hablado un par de minutos, hemos conectado enseguida, nos hemos puesto al día de qué es de nuestras vidas y ha dicho que tenía mucha prisa pero me ha dicho que le pedirá mi teléfono a su hermano para llamarme. Dos besos raudos y ha salido corriendo. 
Me he quedado por un momento allí parada, mirándole perderse porque estos reencuentros me dejan siempre pensativa, me hacen añorar momentos que ya nunca van a volver a existir. 
Seguramente no vuelva a saber de él, cada uno seguirá su vida, en dos días ni siquiera  perderemos un segundo en recordar al otro pero yo siempre podré decir que sigue siendo el rubio más guapo del barrio.