viernes, 24 de abril de 2009

9 días sin mí

Me despido.
Que ahora tengo 9 días por delante, 9 días de vacaciones, en un paraíso donde siempre hace buen tiempo.
Me voy donde no existen las prisas ni el reloj.
Desconectada de internet, de los mails, de las llamadas de trabajo.
Levantarme sin despertador, comer sin tener que cocinar ni recoger.
Dormir tanto como me apetezca, llevar poca ropa, sentir el sol acariciando mi piel mientras mis pies juegan haciendo círculos en la arena y leo uno de los libros que guardo para leer con tranquilidad en vacaciones.
Acostarme oyendo las olas romper.
Ver las palmeras dándole su toque paradisiaco al paisaje.
Improvisar, no tener planes, no estar atada.
Y sonreír, constantemente, como si la sonrisa se hubiera pegado a mis labios.
Mirar el horizonte y sólo ver agua. Y girar la cabeza y verle ahí. Y querer comerle a besos.
Tener 9 días para perder la noción del tiempo, para besarle sin prisas, para acariciarle en cada rincón del cuerpo, para saciar mi necesidad de su piel. Dedicar horas a recorrer con mi lengua su piel salada y suave, días enteros sólo para nosotros, sin el resto del mundo.
Darle crema, besarle el cuello, caricias furtivas en la playa, polvos salvajes en la habitación, duchas calientes mientras nuestras manos se pierden en el otro, orgasmos encadenados, nuevos juegos.
Cenar al aire libre mirando sus ojos color miel y notar cómo las risas aumentan su volumen a medida que la botella va vaciándose y el deseo crece en nuestra piel, debajo de la ropa, como si la brisa del mar despertara nuestros sentidos, nuestra lujuria. Estar después horas en la cama, dedicando tiempo a redescubrir sensaciones o a descubrir otras nuevas.
Sentirle encima de mí o a mi lado. Dejarme llevar por la pasión. Llegar a un orgasmo brutal mientras oigo las olas siguen rompiendo impasibles y ajenas al placer que nos invade.
Viciarme con sus dedos y su lengua. Con su polla. Como si no pudiera vivir sin ellos ni un minuto.
Notar mis pezones erizados de pensar en su cuerpo desnudo, excitado.
Disfrutar, en definitiva, de lo que de verdad son los placeres de la vida.
Nos vemos en unos días.

miércoles, 22 de abril de 2009

Hoy lo necesito

Hoy sólo necesito un beso.

No quiero nada más.

Que me cojas fuerte entre tus brazos, rodeándome, dejándome que sumerja mi cara en tu pecho, en tu olor. Sentirme mimada. Tu mano rodeando mi cintura.

Y un beso en la mejilla. Un suave beso en la comisura de los labios.
Un dulce beso en el cuello.
Un paternal beso en la frente.

Sólo eso. Hoy necesito eso.

lunes, 20 de abril de 2009

¿Trato hecho?

Quiero que te tumbes.
Échate en el suelo, sólo con la ropa interior, no te la quites.

Y déjame que me desnude delante de ti, poco a poco. Deja que me quite la ropa y la vaya esparciendo alrededor tuyo.

Luego me pongo a 4 patas de manera que al estar echado, tu boca sólo alcanza la parte de mí que te acerco.
Te acerco mis tetas. Quiero sentir tu lengua, sabes que me encanta sentirla sobre mis pezones, hazlo, por favor, hazme gemir.

Cuando tu lengua haya provocado un cosquilleo que me recorra de arriba abajo y termine en mi coño, que rebosará humedad, quiero poner mi coño sobre tu boca y poniendo mi mano sobre tu cabeza, mover mis caderas hacia delante y hacia atrás, o en círculos, o arriba y abajo según me lo pida mi excitación y usar tu lengua para darme placer, para hacer que la excitación aumente hasta que acabes desatando el torrente de humedad que culminará en un orgasmo que me deje estremecida de placer.


Y entonces, girarme, mirar tu ropa interior y ver cómo tu cuerpo ha reaccionado y la tela marca el contorno, el bulto de tu polla dura. Mirarte y ver tu boca brillante de mi humedad y tu mirada llena de deseo.
Dejo salir tu polla que lo está deseando y sin usar las manos, la meto dentro de mi boca, extiendo mi saliva por ella, la chupo despacio pero metiéndola muy profundo. Pero no por mucho tiempo.
Sólo hasta que mi coño pida a gritos sentirla.

La cojo con la mano, me pongo de cuclillas sobre ti y la voy metiendo poco a poco lo cual es innecesario porque podría dejarme caer sobre ella y ensartarla de un sólo golpe pero quiero sentir cómo cada milímetro roza la entrada de mi coño y sus paredes mientras su dureza me vuelve loca, me pone al borde de la excitación más absoluta observar tu cara de morbo.

Una vez dentro, me muevo apoyando mis manos en tu pecho o usándolas para acariciar mis pezones. Y sigo moviéndome, aumentando la velocidad y la profundidad al ritmo que aumenta mi excitación y mi placer. Y acabar corriéndome de nuevo así. Mirándote con los ojos muy abiertos y avisándote entre gemidos entrecortados que me corro, que no puedo más, que en breve notarás mi humedad resbalando por tus huevos, por tus ingles, por tus muslos...


Mmmm, si me dejas, luego soy toda tuya. Pero ese rato quiero que seas mío.

¿Trato hecho?

miércoles, 15 de abril de 2009

Traje

El otro día me preguntaban: "¿tanto hace un traje? Porque las tías me miran distinto cuando voy en traje".

Yo hablo por mí, las demás no sé.

Yo siempre he trabajado con gente en traje. Será por mi curro. Y un tío, en traje, que sepa llevarlo (no me sirve uno que con traje está como un elefante en una convención de hormigas), que tenga percha...uffff. A mí me pone. Mucho, de hecho.

Me pone aún más si encima es alguien que he visto también con otra ropa más informal.

Creo que hay gente que le llama a eso la erótica del poder. No sé cómo se llama pero me encanta.

Esos pantalones de traje que marcan cada curva del culo y que por delante son incapaces de esconder una erección. Una camisa y una corbata. Y una buena percha.
Yo con una falda y una camisa o un traje o un vestido de ésos que se suponen que son serios, que son para el trabajo, que son para dar buena impresión e ir elegante. Pero el primer botón de la camisa se abre, deja adivinar dos curvas que se unen formando un canalillo que se pierde dentro de la blusa. Unos tacones altos que estilizan y van marcando el ritmo de mis caderas al andar.

Y, no lo puedo evitar, ya me entran ganas de entrar en su despacho. De ponerme de rodillas y sacar su polla del pantalón para llenarla de mi saliva.
Miro hacia arriba, le veo aflojarse el nudo de la corbata en un gesto tan sexy que me pierde.
Me levanto, me siento sobre la mesa, los pies me cuelgan, mi falda irremediablemente se desliza por la seda de las medias y se sube hacia arriba, pongo mi mano sobre su cabeza, como pidiéndole que busque con la boca esa humedad que tanto desea. Y le veo allí, de rodillas, lamiendo mi coño mientras mis tetas luchan por salir de la opresión del sujetador. Se incorpora, con rastros de mi humedad alrededor de su boca, busca mis pezones que yo ya he sacado de mi camisa y me arrastra de manera que mi culo queda en el borde de la mesa. Me folla mientras me agarra del culo y embiste con fuerza. Me abrazo a su cuerpo, beso su cuello, busco su boca. El suave tacto de su corbata me roza el pecho. Y nos fundimos en un orgasmo que nos deja sin aliento unos segundos.

Esta fantasía no quedaría tan bien si él fuera en vaqueros y yo con camiseta no?

domingo, 5 de abril de 2009

Gracias

Hay tíos que son muy buenos en la cama (o donde se tercie). En general. Objetivamente buenos.

Hay algunos que encima de ser buenos, muy buenos, además hay una especie de química, coinciden los gustos, desde el principio hay una especie de compenetración. Entonces, es increíble.

Por eso me alegro de haberte conocido. Dichoso día!

Un gesto tuyo y ya estoy deseando quitarme la ropa.

Una mirada y consigues que me recorra por todo el cuerpo un ansia incontrolable de fundirme contigo.

Un par de palabras y mi imaginación vuela fantaseando con nuestra próxima cita que siempre resulta ser mil veces mejor que todo lo que pueda haber imaginado.

Un susurro y los pezones se me endurecen al instante.

Una caricia y mi piel se eriza porque sabe lo que le espera.

Un azote y la humedad se vuelve cascada incontenible de deseo.

Un gemido tuyo y mi ego se hincha y me hace esforzarme por arrancarte otro más.

Un beso y creo derretirme de excitación.

Una embestida y me tienes entregada a ti.

Un lametón y creo perder el sentido.

Un orgasmo y otro y otro y otro. Cada cual mejor que el anterior.

Todo unido, esos mil pequeños detalles que no sabría explicar, una bomba de relojería a punto de estallar en un orgasmo sin precedentes.

Eres muy bueno, pero no sólo eres muy bueno. Eres mil cosas más.
Por todo, GRACIAS.

miércoles, 1 de abril de 2009

La (mala) educación

Estoy en un bar con mis amigas.

Se acerca un chico. Buen porte, buena percha, estilo.
Educadamente, me pide fuego.


Rebusco en el bolso (¿Cuántas cosas sin sentido caben en un bolso?).
Él espera pacientemente.

Encuentro el mechero. Estoy sacando la mano del bolso con el mechero y me suelta de sopetón:

- Pero qué tetazasss!

Su cara se ha transformado en la de un salido, los ojos se le salen de las órbitas, los pocos genes que le hacen ser humano le impiden babear y allí estoy yo, con el mechero en la mano, anonadada, estupefacta ante tal exhibición de finura, de clase, de educación, de tacto, de formas, de saber estar, de ser original, de artes conquistadoras. Me ha dejado sin palabras. Y eso es difícil.

Por lo menos capta mi lenguaje corporal y se retira sin hacer un nuevo intento de elogio.

Lo mejor: tampoco llevo demasiado escote.

¿De verdad alguien cree que así se puede conseguir algo?
¿Le habrá funcionado alguna vez esa táctica?