miércoles, 27 de abril de 2011

Caducado

No me apetece.
Y no, no es que haya pasado nada. 

Simplemente hay historias que tienen un final. 
Algunas historias te dejan con ganas de más, con la sensación de que aún queda algo por resolver, algo por hacer.
Otras tienen fecha de caducidad antes de empezar, son como las fresas, que hay que comérselas poco después de comprarlas. 
Y esta historia ha durado hasta aquí. No hay ninguna razón, no me he enfadado, no estoy molesta, no, no es nada de eso. Es sólo que el chicle que compartíamos se ha quedado sin sabor. 

Así que no me preguntes, no me agobies, no me insistas, no esperes una razón que no existe, una cita que no va a existir. 
Quédate con lo bueno. 

No me busques, no me llames. Lo siento de verdad pero es que no me apetece. Me invade una tremenda pereza al pensar en la fría sábana en la que se ha convertido tu cama.

Trocito de cielo (II)

Al hilo de mi post anterior, he de decir que me han sorprendido los comentarios. 
La mayoría hacéis comentarios en los que encontráis muy graciosa la situación pero lo triste es que yo no la conté en clave de humor, al revés, me da bastante que pensar y me frustra a veces ser yo la que siempre coincido con el porcentaje residual de hombres a los que les apetece follar menos que a mí. 

Lo voy a comentar en mi terapia de grupo para ninfómanas a ver qué me dicen. 

miércoles, 13 de abril de 2011

Trocito de cielo

- ¿Qué quieres, cielo? Yo me voy a pedir un cocktail que aquí están buenísimos.

- ¿Qué quiero? Quiero tenerte gimiendo como un poseso de pie delante de mí meneando tu polla dura y esparciendo tu esperma por mi cara. Quiero esos chorros calientes cayéndome por la cara mientras tú me miras. Quiero que pases tu dedo índice y tu dedo corazón y recojas tu leche para llevarlos a mi boca y dejarme que los chupe con verdadera ansia, que me ofrezcas tus dedos para saborearlos mientras me miras y dejas asomar la punta de tu lengua como diciéndome que con ella vas a recorrer mis pezones y mi clítoris hasta que me corra gritando tu nombre. Eso quiero.

- Joder tía me vas a matar. Pero venga en serio, ¿qué quieres que te pida?. Para el resto ya habrá tiempo después.

- Pues si no hay más remedio pídeme algo dulce y tropical.

Los hombres ya no son lo que eran. ¿O me encuentro yo a los raros? ¿O resula que soy yo otra vez a la que le apetece más follar que a él? ¿O soy yo la rara?

¿Quién rechaza algo así para tomarse otro cocktail? Que era el 3º lo menos.
Le doy vueltas y sigo sin encontrar explicación.

Y no, no es que después no haya tiempo, es que lo mismo se me han quitado las ganas.

Un par de semanas después me dijo que por qué no le llamo para quedar. Precisamente por cosas como ésta. Y por cierto, no soy tu cielo.

lunes, 4 de abril de 2011

Reinauguración

Mensaje al móvil de C.:
"Me he mudado al piso de arriba, pago lo mismo pero hay una habitación más. ¿Habrá que reinaugurar el piso, no?".

Estoy en una reunión de trabajo a tiro de piedra del culo del mundo.
El tipo que está sentado enfrente de mí me mira el escote y me explica en un perfecto inglés de Oxford bobadas que ya me ha repetido tres veces en la última hora. Yo hago como que tomo notas de lo que me dice mientras escribo garabatos en un papel para distraerme.
O bueno, eso hacía hasta que he leído tu mensaje cuando mi "interlocutor" (si es que se puede llamar interlocutor a un tío que habla solo) se ha ausentado un momento de la reunión.

Pero ha sido leerte y me ha recorrido una especie de descarga eléctrica. 

Joder, me apetece mucho. Volver a estrenar el mismo sillón un piso más arriba. 
Recrear el escenario, perderme en tus manos. Montarme en tu polla y usarla a mi antojo. Entregarnos en unas horas que no se cuentan por minutos. Apoderarme de tus jadeos que son la gasolina que prende mi deseo.

Y ya no me concentro. Debo estar sensible porque el mensaje era una proposición indecente pero redactado en los límites de la más absoluta decencia. Sin embargo, te imagino duro, inquieto, entrando, gimiendo, dándome placer y tengo que esforzarme por no perder la compostura.

Por mí podemos reinaugurar el piso todos los días.