No me apetece.
Y no, no es que haya pasado nada.
Simplemente hay historias que tienen un final.
Algunas historias te dejan con ganas de más, con la sensación de que aún queda algo por resolver, algo por hacer.
Otras tienen fecha de caducidad antes de empezar, son como las fresas, que hay que comérselas poco después de comprarlas.
Y esta historia ha durado hasta aquí. No hay ninguna razón, no me he enfadado, no estoy molesta, no, no es nada de eso. Es sólo que el chicle que compartíamos se ha quedado sin sabor.
Así que no me preguntes, no me agobies, no me insistas, no esperes una razón que no existe, una cita que no va a existir.
Quédate con lo bueno.
No me busques, no me llames. Lo siento de verdad pero es que no me apetece. Me invade una tremenda pereza al pensar en la fría sábana en la que se ha convertido tu cama.