El gato me salta encima para avisarme de que es su hora del desayuno. Tengo una resaca infernal. Seguro que me volvieron a sentar mal los hielos de la copa. Jaja.
Doy de comer a los gatos, vuelvo a la cama, allí está él tumbado, dormido, con la sábana dejando al aire su espalda. Me encantaría hacer un bis de anoche pero la resaca me puede, tengo la lengua como el esparto. Me lavo los dientes, me acuesto otra vez.
Han debido pasar unas horas, no sé qué hora es porque tengo la persiana cerrada a cal y canto pero debe ser tarde porque mi cuerpo ha digerido el alcohol. Me giro, estoy sola en la cama. Oigo la ducha. A los 3 minutos aparece, envuelto en una toalla alrededor de la cintura. Indescriptible lo sexy que está con la toalla así ajustada contra sus nalgas y marcando. No puede ser...recién despierta, resacosa y sólo de verle ya me entran ganas.
Me pone esa carita que lo dice todo. Se acerca a mí, huele tan bien!!. Me besa en el cuello, me está encantando, me pasaría así horas. Me calienta, el cabrón sabe cómo hacerlo. Demasiado bien diría yo incluso.
Llega el punto en el que me ha puesto tanto que quiero devolvérselo.
Le tumbo en la cama bocabajo y le beso despacito, la espalda, los hombros, la nuca, recorro la columna con mi lengua, le hago cosquillas en los costados. Retiro la toalla que aún cubre parte de su culo, mordisqueo sus nalgas, separo los cachetes y soplo, sólo un poco de aire pero un escalofrío le recorre el cuerpo, se le pone la piel de gallina.
Mi lengua empieza a recorrer el camino por la parte interna de las nalgas, voy dejando caer saliva hacia la sima a la que me dirijo.
Primero sólo un pequeño roce de la punta de mi lengua, que pierde un rato en sus huevos, luego el trayecto entre sus huevos y su culo, por fin la puntita de mi lengua horadando el orificio, haciéndose hueco, entrando como una culebrilla que se mueve sin parar y se va abriendo camino.
Oigo sus gemidos apagados por las sábanas contra las que tiene apretada la cara. Esos gemidos que no se pueden fingir, los que salen de los más hondo, esos gemidos roncos pero agudos que le salen de la garganta, ésos que me vuelve loca oír, los que emite cuando está muyyy cachondo.
Mi lengua entra y sale y juega y el agujero se dilata y él gime más mientras se retuerce de placer entre las sábanas. Intenta girarse pero no le dejo, quiero seguir.
Y levanta un poco el culo y sus manos tensas aprietan las sábanas y yo sigo, dejo caer más saliva e introduzco poco a poco un dedo, lo muevo tocando el punto que le enloquece.
Yo estoy tan mojada que la cama debajo de mí tiene un reguero de mi placer.
Gira la cabeza y dice que si sigo va a correrse. Lo dice como si fuera una amenaza pero precisamente es lo que estoy deseando.
Le digo que se ponga a 4 patas. Me incorporo un poco y sigo alternando mi lengua y mi dedo en su culo mientras con la otra mano, agarro su polla y le masturbo, cuando mi dedo está dentro de él aprovecho para recorrer con mi lengua sus huevos, duros, llenos, a punto de descargar.
Ya no son gemidos, son gritos los que escapan de su garganta, jadeos incontrolables, sonidos guturales y placenteros.
Aumento el ritmo, quiero enloquecerle. Noto las contracciones que empiezan en su culo, los huevos palpitantes.
Segundos después, se corre, en mi mano y cae rendido de placer en la cama. Me mira de reojo mientras yo lamo mi mano, limpio cada gota de elixir mirándole, deleitándome en imaginar la cara de puta que debo tener ahora mismo.
Creo que ya no tengo resaca.
Doy de comer a los gatos, vuelvo a la cama, allí está él tumbado, dormido, con la sábana dejando al aire su espalda. Me encantaría hacer un bis de anoche pero la resaca me puede, tengo la lengua como el esparto. Me lavo los dientes, me acuesto otra vez.
Han debido pasar unas horas, no sé qué hora es porque tengo la persiana cerrada a cal y canto pero debe ser tarde porque mi cuerpo ha digerido el alcohol. Me giro, estoy sola en la cama. Oigo la ducha. A los 3 minutos aparece, envuelto en una toalla alrededor de la cintura. Indescriptible lo sexy que está con la toalla así ajustada contra sus nalgas y marcando. No puede ser...recién despierta, resacosa y sólo de verle ya me entran ganas.
Me pone esa carita que lo dice todo. Se acerca a mí, huele tan bien!!. Me besa en el cuello, me está encantando, me pasaría así horas. Me calienta, el cabrón sabe cómo hacerlo. Demasiado bien diría yo incluso.
Llega el punto en el que me ha puesto tanto que quiero devolvérselo.
Le tumbo en la cama bocabajo y le beso despacito, la espalda, los hombros, la nuca, recorro la columna con mi lengua, le hago cosquillas en los costados. Retiro la toalla que aún cubre parte de su culo, mordisqueo sus nalgas, separo los cachetes y soplo, sólo un poco de aire pero un escalofrío le recorre el cuerpo, se le pone la piel de gallina.
Mi lengua empieza a recorrer el camino por la parte interna de las nalgas, voy dejando caer saliva hacia la sima a la que me dirijo.
Primero sólo un pequeño roce de la punta de mi lengua, que pierde un rato en sus huevos, luego el trayecto entre sus huevos y su culo, por fin la puntita de mi lengua horadando el orificio, haciéndose hueco, entrando como una culebrilla que se mueve sin parar y se va abriendo camino.
Oigo sus gemidos apagados por las sábanas contra las que tiene apretada la cara. Esos gemidos que no se pueden fingir, los que salen de los más hondo, esos gemidos roncos pero agudos que le salen de la garganta, ésos que me vuelve loca oír, los que emite cuando está muyyy cachondo.
Mi lengua entra y sale y juega y el agujero se dilata y él gime más mientras se retuerce de placer entre las sábanas. Intenta girarse pero no le dejo, quiero seguir.
Y levanta un poco el culo y sus manos tensas aprietan las sábanas y yo sigo, dejo caer más saliva e introduzco poco a poco un dedo, lo muevo tocando el punto que le enloquece.
Yo estoy tan mojada que la cama debajo de mí tiene un reguero de mi placer.
Gira la cabeza y dice que si sigo va a correrse. Lo dice como si fuera una amenaza pero precisamente es lo que estoy deseando.
Le digo que se ponga a 4 patas. Me incorporo un poco y sigo alternando mi lengua y mi dedo en su culo mientras con la otra mano, agarro su polla y le masturbo, cuando mi dedo está dentro de él aprovecho para recorrer con mi lengua sus huevos, duros, llenos, a punto de descargar.
Ya no son gemidos, son gritos los que escapan de su garganta, jadeos incontrolables, sonidos guturales y placenteros.
Aumento el ritmo, quiero enloquecerle. Noto las contracciones que empiezan en su culo, los huevos palpitantes.
Segundos después, se corre, en mi mano y cae rendido de placer en la cama. Me mira de reojo mientras yo lamo mi mano, limpio cada gota de elixir mirándole, deleitándome en imaginar la cara de puta que debo tener ahora mismo.
Creo que ya no tengo resaca.