miércoles, 25 de marzo de 2009

El camión

No recuerdo bien los detalles. No los menos importantes.

Era verano. O al menos hacía buen tiempo.

Era entre semana o al menos había poca gente en la calle y en aquel bar.
De hecho, éramos los únicos.

No nos conocíamos aún demasiado. Pero yo ya sabía que me ponías a mil. De eso estaba segura.

Lo que sí recuerdo con perfecta claridad es que en el bar me pusiste. Que tus dedos se perdieron dentro de mi ropa interior hasta que creí gritar de placer. Y que tú estabas muy cachondo.


Salimos del bar. No sé dónde íbamos. Pero el trayecto al coche se alargó. Porque yo no podía esperar. Quería correrme. Y lo quería ya. Ahora.


Allí, aparcado en aquella calle, había un camión. Detrás de él empezó el resto. Yo apoyada en el camión. Tú detrás de mí. Mi falda subida. Mi tanga a un lado. Y tú embistiéndome. Tu polla estaba enorme, dura. No sé cuántas veces me corrí. Ni cuánta gente podría vernos pero me daba igual.

Tú aún no te habías corrido. Al lado había un parque. Y un banco. Allí sentados, seguimos follando. Creo que desde que tenía 10 años, no he tenido las rodillas tan raspadas como al día siguiente de ese banco. Pero me daba igual.
Y acabé con tu polla en mi boca, chupandótela. Y tú me dijiste que no sabías si ibas a correrte.
Eso sólo me hizo invertir más ganas.

Creo que pasó un tío haciendo jogging. Pero aunque hubiera pasado la banda municipal, no hubiera parado. Te comía y me tocaba. Y no paré hasta que gimiendo, tuviste un orgasmo que te dejó con las rodillas temblando.

Cuántas veces pasaste cerca de aquel sitio de camino al trabajo!!
Espero que cada vez que pasaras, te acordaras de un polvo increíble.
La vida sigue. Las circunstancias cambian. Pero aquel camión seguirá siendo siempre tuyo y mío.
Mmmmm.

lunes, 23 de marzo de 2009

La foto

Buscando otra cosa, hoy me he encontrado en el ordenador una foto.

Tengo que hacer un repaso al disco duro externo porque tengo ahí miles de cosas que ni me acuerdo de que las tengo.

Yo suelo tener pocas fotos, no me gustan demasiado, me entra la melancolía con las fotos.

Pero esta foto era distinta. Era una foto de él. De un verano en Lanzarote. De un verano donde nos habíamos prometido no caer en la tentación que al fin no pudimos evitar. Todo hay que decirlo, tampoco es que lo intentáramos demasiado.

Y un día, mientras te duchabas, te hice unas fotos.

Se te ve desnudo, la piel impregnada de gotas de agua. Pero lo que más me gusta es ese cuerpazo. Delgado, fibroso pero con todos los músculos marcados. Pero sólo hay un músculo que me vuelve loca mirar, el que está justo encima del hueso de la cadera. Y hay una foto donde se ve con total nitidez. Y la piel morena, brillante, mojada, tentadora.

Tu cara no salía en las fotos pero no hacía falta, la tengo grabada en mi mente.

Y en otra de las fotos se ve cómo determinada parte de tu anatomía empieza a tomar forma, a crecer desmesuradamente.

Después de esa foto, entré en la ducha contigo. Lo que allí pasó queda entre nosotros. ¡Ay, si la ducha hablara...!

Me han entrado unas ganas enormes de llamarte y decirte que vinieras, que quería pasar una noche contigo. Que rompamos de nuevo la regla que nos impusimos y que ha tenido más excepciones que cumplimientos. Que quería tu polla y tu lengua y tus manos y tus labios y tu sonrisa y tus dedos y tu culo y tu cuerpo y tus gemidos y tu forma de darme placer.

Pero me lo he pensado. Hubieras venido seguro. Lo que no es seguro es si hubieras sido capaz de dejarte llevar sin pedirme al final lo que sabes que no puedo darte.

Así que no te he llamado.

En definitiva, he perdido la tarde viendo fotos, no he tenido tiempo de encontrar lo que realmente buscaba y encima, no has venido a pasar la noche loca que me hubiera apetecido tener. A ver si mañana me centro un poco más.

jueves, 19 de marzo de 2009

Una mesa, una cuerda, soy tuya...

Quiero quedar contigo.

Sólo necesitamos una mesa, una cuerda o algo que lo sustituya y ganas de pasarlo bien.

Me inclinas sobre la mesa de manera que mis tetas quedan sobre ella. Me haces separar las piernas y abrir los brazos. Atas mis tobillos a las patas delanteras. Mis muñecas a las patas traseras. No puedo moverme. Me tienes a tu disposición, soy para ti.

Tus dedos recorren mi espalda. Se me pone la piel de gallina. Cada poro de mi cuerpo reacciona en parte porque me excitas y en parte porque sé qué viene ahora.

Me acaricias. Y de repente, cuando llevo tanto esperándolo que no sé si vas a hacerlo, oigo un plas y tu mano cae sobre mi culo, el azote no es fuerte pero el eco del sonido entra en mi mente y se dirige directamente allí donde se controla mi placer.

Los azotes caen sobre mi culo. Uno tras otro. A veces con más fuerza, otras con más pausa entre ellos, a veces directos, a veces desde abajo.

Mi culo se mueve, mis nalgas tiemblan con cada azote. Las marcas van notándose, empieza a estar rojo. Entonces pasas tu mano, caliente, acariciando mis glúteos en movimientos circulares que me alivian hasta que cae un nuevo azote. Con cada azote, se me escapa un pequeño grito que sale de allí donde se encuentra la frontera entre el dolor y el placer.

No me puedo mover, no puedo defenderme. Precisamente eso me pone tanto. Tampoco querría que pararas. Me gusta. Puedo aguantarlo. De hecho, sentirme tan tuya, sometida a ti y tu voluntad me humedece hasta límites insospechados.

Tu voz en mi oído, recordándome que soy tuya, que soy tu puta, que tú eres quien manda, me moja aún más si es que es posible.

Aún estás vestido. Das la vuelta a la mesa, te pones frente a mí. Abres con parsimonia el pantalón, sacas tu polla poco a poco. Que estarías excitado ya lo imaginaba pero no tanto. Literalmente, mi coño es un manantial del que me encantaría que bebieras pero sé que hoy es tu día, que sólo nos vamos a dedicar a tu placer. Pones la polla en mi boca, tus manos sobre mi cabeza y la empujas hasta el fondo de mi boca. Mi libertad de movimientos es limitada así que sólo puedo dejarme hacer. No me resisto. Al revés, disfruto de la situación.

Te inclinas hacia delante, dejas tu polla dentro de mi boca sin moverla y azotas mi culo de nuevo con menos precisión pero más intensidad. Mis gemidos son sólo sonidos que se oyen distorsionados por tu polla en mi boca.

La sacas. La tienes tan dura que podrías correrte si quisieras pero no quieres. Todavía no.

Te pones detrás de mí. Tengo las piernas abiertas así que no puedo disimular la humedad que ha empezado a mojar la parte interior de mis muslos. Con la palma de la mano abierta y hacia arriba, la pones sobre mi coño. Lo haces porque sabes que ese gesto me pone putísima. Y a la vez, nuevos azotes caen sobre mi culo mientras dices "estás mojada como una perra".

Restriegas la humedad de mi coño por tu polla, loa pones en la entrada de mi coño y embistes con fuerza, sin miramientos, sin preocuparte nada más que por usarme, por hacerme sentir tu poder, tu posesión sobre mí. Cada embestida es un "eres mía" que expresas sin palabras.

Mientras me follas, sigues dándome azotes, cada vez desde un lado.

Estoy a punto de correrme y lo sabes así que te apartas de mí y yo, atada, no puedo llevar mis caderas hacia ti, no puedo alargar el momento de tu despedida. No suplico, sé que no serviría de nada. Apuntas a mi culo, entras despacio pero sin parar. Noto mi culo abriéndose, haciendo hueco a la barra de duro metal que me parece tu polla.

Me usas. Me encanta. Precisamente eso quería. Ser tu zorra, sentirme así.

Me tienes allí, puedes usar mi boca, mi coño, mi culo, hacer conmigo lo que quieras.

Eso haces. Follarme hasta que no puedes más y derramas tu leche en mí...

Te sientas, exhausto mientras me dejas allí, atada, se me ve tan guapa, tan vulnerable que te gusta observarme así.

Finalmente me desatas no sin darme un par de azotes más que hacen que mi excitación suba de nuevo varios grados. Y me regalas un orgasmo con tu lengua que me compensa la espera para llegar al clímax.

Tú pones la mesa. Yo la cuerda. Qué te parece la idea?

lunes, 16 de marzo de 2009

Carlitos

El hermano pequeño de mi amiga.

4 o 5 años menos que yo. Le conozco desde que puedo recordar. Le conoce también mi familia.

Una fiesta en la que concidimos ambas "generaciones" de edad. Él bebió demasiado alcohol, yo llevaba demasiado escote. Tonteos, escarceos. La sensatez se impone y todo queda en agua de borrajas.

Un mes más tarde, cosas del destino, coincidimos. Me provoca. Voy demasiado sobria para perder los papeles.

Hay cosas que están predestinadas, marcadas por algo más fuerte que la voluntad.
Coincidimos de nuevo. Nos dejamos llevar.

En un momento dado, mi mano acaricia sus ingles acercándose a su polla. Uffff!!!!!

DIOS MÍO!!! QUÉ ES ESO?

Nunca, en mi vida,había visto algo así. Sigo sin haberlo visto de nuevo.
Era grande, era gorda, era descomunal, era impresionante, era fuera de lo normal, era increíble, era tentadora, era una estatua del pecado, era un monolito para las más sucias fantasías, era enorme.
No voy a decir que follaba muy bien, le faltaba un poco de rodaje.
No voy a decir tampoco que tenía una lengua para morirse de placer.
Pero tenía una polla como no he visto ninguna otra en mi vida. Y he visto unas cuantas.


Y cada vez que mi madre habla de "Carlitos" como ella le llama, se me dibuja una sonrisa en los labios acordándome del gran Carlitos...jajajaja!!!.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Reaparición

Reapareces.

Tuvimos una época en la que hablábamos casi cada día.

Luego una época de sequía por causas ajenas a nuestro deseo.

Y ahora, de repente, reapareces. Y no sabes qué ilusión me ha hecho!.

No sé bien cómo explicarlo. Hay tíos que tienen una imaginación desbordante, otros tienen un cuerpo hecho para el vicio, otros tienen otras virtudes.

Pero como tú, uff, como tú hay pocos. De hecho creo que no conozco a ninguno.

Tu grado de perversión, de fantasía, de querer probar todo aquello que a otros escandaliza y que a muchos que van de liberales les haría echarse las manos a la cabeza, me pone tantísimo!!.

Hablamos, y de repente, en un momento de la conversación, me escribes que "puedo llegar sintiendome el mas macho del mundo, y pensando..., hoy le voy a follar hasta las orejas..., y verte..., y ponerme tanto q haces q m sienta como un absoluto juguete a tus ordenes...y encantadisimo..." (te cito textual, espero que no te importe).

Y lo leo y pierdo los papeles, me excito, me mojo, me entran unas ganas incontenibles de ir donde estés y hacer que te sientas así.

No sé si me gusta más que estés dispuesto a todo o que te encante sentirte un juguete en mis manos.

No sé si prefiero que me pidas que te use o si prefiero tener la sensación de que te lo ordeno independientemente de que tú quieras o no.

Sacas de mí esa parte dominante que casi nunca me sale, no a menudo al menos.

Pero me jode ese "me apetece pero no puedo" tuyo.

Contigo he hecho una excepción a varias de mis reglas más sagradas. Y de alguna manera pago las consecuencias.

Pero es que cuando el "me apetece pero no puedo" se convierte en "me apetece y puedo", me das tanto placer que no puedo desengancharme, no puedo pasar de ti, no puedo renunciar a la posibilidad de volverte a tener en mis manos.

Me pones, demasiado, creo yo.

sábado, 7 de marzo de 2009

El espejo

Estoy a 4 patas. Tú detrás de mí, follándome, tu polla está durísima. Me embistes casi con violencia. Tus jadeos, mis gemidos, el sonido de mi coño húmedo al ser penetrado por tu polla, el sonido de tus huevos chocando con mi clítoris, todo se mezcla en un magnífico concierto de música del sexo.

He perdido la cuenta de cuántas veces me has hecho correrme hoy.

Giro la cabeza y veo tu expresión. Es placer, es deseo, es sexo en estado puro. Es la esencia del morbo, de la excitación.

A ratos noto tu polla tan dura que creo que vas a explotar si no te corres. Pero sé que estás conteniéndote, que te está gustando demasiado como para correrte. Te gusta tanto tenerme así, a 4 patas, abierta para ti, mojada, gimiendo, gritando, pidiendo más, que no quieres que se acabe.

Mi coño palpita. Es de lo cachonda que estoy. De lo sensible que me dejas después de recorrerme con tu lengua.

Estás a punto de estallar. Lo noto por la cadencia de tus movimientos, por los jadeos entrecortados. Apremio a mi orgasmo, para que llegue con el tuyo. Haces ese movimiento que no sabría decir en qué consiste pero que me vuelve loca...me hace perder la poca razón que me queda, te aviso de que me voy a correr. Te digo que no pares, que me sigas follando así.

De un golpe, la sacas. Me dejas a punto de correrme. Con una sensación de vacío que no puedo soportar.


Te acercas al espejo. Me dices que vaya allí y que me ponga a 4 patas.

Te pajeas, con fuerza, usando mi humedad como lubricante.

Yo estoy a 4 patas, esperando la leche. Esa leche que me encanta saborear.

Tu capullo enrojecido, hinchado es la tentación del pecado.

- Prepárate porque viene mucha leche. Va a ser una corrida impresionante. - Dices entre jadeos.

Diriges tu polla hacia el espejo. Me miras a través de él. Me veo reflejada. A 4 patas, con la boca abierta y reconozco en esa imagen a la puta que llevo dentro, a la que tú has hecho salir. La humedad me moja los muslos. Cae en cascada.

Te corres. Salen oleadas de leche, disparadas hacia el espejo. Lo dejas lleno de leche.

Te acercas a mí, pones tu mano sobre mi cuello, como si dirigieras los movimientos de mi cabeza mientras lamo cada gota que ha caído sobre el espejo. Mientras te miro, con la cara de zorra que no puedo evitar tener en ese momento.

- Límpialo todo. Quiero ver cómo saboreas mi leche.

Y te oigo decir eso, mientras mi boca degusta tu manjar blanquecino. Y me pones tanto!. Me haces sentir tan tuya, tan puta!.

Lamo hasta la última gota, luego lamo las gotas que quedan en tu capullo mientras tú te estremeces sensibilizado.

Coges mi cara entre tus manos, me besas y me susurras: "Me gusta sacar la puta que llevas dentro".

Me tumbas sobre el suelo y te pierdes entre mis piernas, para dedicarme el orgasmo que antes has interrumpido al parar de follarme. Un par de movimientos de tu sabia lengua bastan para que tu lengua recoja los frutos húmedos de su trabajo.

Me gusta que me pongas tanto!.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Exigente?

En los últimos días, varias personas me han dicho que soy exigente. Y me ha hecho pensar.
Yo creo que a veces se mezcla el ser exigente que para mí es alguien que pide o exige mucho con tener las ideas claras que es diferente, es saber qué quieres y qué no quieres pero no necesariamente significa que quieras muchas cosas.

Ser exigente sería querer encontrar al doble de Mark van der Loo o de Brad Pitt.

Tener las ideas claras tiene más que ver con ser selectiva. Y yo lo soy. Sé lo que me gusta y lo que no.

Me gustan los tíos con clase (que no tiene que ver con el dinero), con educación, con sentido del humor, con ironía, con morbo, los que saben volverte loca de placer, los que disfrutan haciéndote disfrutar, los que toman la iniciativa pero también dejan que la tomes, los que son imaginativos, proponen ideas, los que saben cómo y cuándo y dónde tocar, los que son capaces de derretirte con una mirada, los que tienen una conversación que va más allá del fútbol, los que no te miran las tetas mientras te hablan, los que saben lo que quieren, los que tienen principios que no traicionan, los que son sinceros. Me gustan los que están igual de atractivos con un traje que con una camiseta y unos vaqueros, los que dicen lo que piensan, los que entienden lo que digo y no lo que ellos quieren oír, los que saben cocinar, los que tienen una mente abierta a nuevas experiencias, los que usan la lengua con tal destreza que me hacen estremecer una y otra vez de palcer, los que saben halagar sin caer en la exageración o empalagar, los que piensan con la cabeza y no con otra parte, los que consiguen que me corra sin ni siquiera llegar a tocarme, los que lamen mis pezones con suavidad, los que no son egoístas, los que son capaces de follarme como a una zorra y al día siguiente, dejarse usar por mí, etc., etc., etc...

No me gustan los que presumen de dinero, los que creen que tener un coche grande o un deportivo les hace mejores, los que la tienen pequeña (aunque sea juguetona...), los que prefieren el 68 (tú me la chupas y yo te debo una) al 69, los pretenciosos, los que confunden sentimientos y malinterpretan señales, los que piensan que el inicio del universo tuvo lugar en su ombligo, los que no saben combinar los colores, los que vienen a una cita con una camisa que me da dolor de cabeza durante una noche entera, los que creen que follar es meterla y sacarla a un ritmo constante, los que mordisquean mis pezones como si fueran cacahuetes, los que siempre tienen que invitar en un acto mal entendido de caballerosidad, los románticos empedernidos que follan con música chil out de fondo y llenan la cama de pétalos que se me pegan al cuerpo, los que encienden velas hasta que la habitación parece una procesión de Semana Santa, los que preguntan que si me ha gustado follar más afirmándolo que como una pregunta en sí, los impacientes, los que no se apañan ni con el cierre del sujetador pero van de experimentados, los que me babean la oreja llamándolo "besos", los que creen que la vida sexual se acaba en el misionero, los que me agobian y se creen con algún derecho sobre mí por haber follado una noche, los celosos, etc., etc., etc...

No sé si eso es ser exigente. Pero desde luego, sé lo que quiero y lo que no quiero.